César Costa, una de las leyendas vivientes del rock and roll en México y América Latina, es conocido tanto por su estilo musical único como por su imagen pulcra y carismática.

Nació en la colonia Condesa, Ciudad de México, en 1941, en una familia de raíces diversas: su padre era mexicano y su madre de ascendencia belga y alemana. Este entorno multicultural influyó en su personalidad y lo expuso desde joven a un mundo lleno de influencias artísticas. Creció en una familia respetada y fue educado en instituciones de prestigio como el Colegio Alemán y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde cursó estudios de derecho, aunque su pasión por el arte y la música pronto se hizo evidente.

César Costa, cuyo nombre real es César Roel, se interesó por la música desde temprana edad. A los 13 años comenzó a aprender piano y luego pasó al violín, influenciado por su madre, quien era pianista de concierto. Sin embargo, al sentirse cohibido en un evento social donde solo tenía su violín, decidió explorar otro instrumento, la guitarra, que eventualmente se convertiría en su verdadera pasión. Este cambio de instrumento lo llevó a descubrir el rock and roll, un género emergente en la década de 1950 que revolucionaría la música en México y en el mundo.

En 1958, César se unió a Los Black Jeans, una de las primeras bandas de rock and roll en México, formada por Diego y Juan Manuel de Cosío y Carlos Loftus. El grupo comenzó interpretando versiones en español de éxitos anglosajones, lo que les permitió llegar rápidamente al público mexicano. Con Los Black Jeans, César y sus compañeros grabaron temas como “Revolucionar”, “La batalla de Jericó” y “La cucaracha”, que se convirtieron en algunos de los primeros himnos del rock en español y cimentaron su carrera en la industria musical.

Tras cambiar el nombre de la banda a Los Camisas Negras, como tributo al arreglista Don Costa, lanzaron un álbum que incluía temas emblemáticos como “La Bamba” y “Fiebre”. En 1960, sin embargo, César decidió seguir una carrera en solitario y adoptó el nombre artístico de César Costa, en honor al mismo Don Costa. Esta decisión no solo marcó el comienzo de su carrera en solitario, sino que también le permitió separar su identidad artística de la reputación legal de su familia, ya que su padre era un reconocido abogado.

Como solista, César Costa encontró un éxito inmediato adaptando canciones de Paul Anka y otros ídolos del rock en inglés al español. Entre sus temas más populares se encuentran “Mi pueblo”, “Historia de mi amor” y “Besos por teléfono”. Gracias a su estilo refinado y su imagen limpia, César se convirtió en el “chico del suéter”, un apodo que le valió el cariño del público. Los suéteres se convirtieron en su símbolo personal, y acumuló una colección de más de 2500, muchos de los cuales fueron regalos de sus admiradores y luego donados con fines benéficos.

Durante la década de 1960, César Costa no solo conquistó el mundo de la música, sino también el cine. Participó en películas como Juventud Rebelde, donde compartió pantalla con otras estrellas del rock mexicano como Angélica María y Enrique Guzmán. Su presencia en el cine consolidó su popularidad y lo posicionó como uno de los artistas más queridos de su generación.

El papel de Costa en la televisión fue igualmente notable. En 1986, protagonizó la exitosa serie Papá Soltero, una comedia que se convirtió en un fenómeno cultural en América Latina. El programa, que abordaba temas familiares y valores positivos, resonó profundamente con el público y permitió a César Costa mantener una conexión especial con sus seguidores. Además, fue presentador en otros programas como La Carabina de Ambrosio, que lo establecieron como una figura multifacética en el entretenimiento.

A pesar de su éxito, Costa nunca perdió de vista la importancia de retribuir a la sociedad. En 1990, fue nombrado embajador de UNICEF en México, un rol que considera uno de los mayores logros de su vida. Durante más de 25 años, ha trabajado incansablemente en favor de los derechos de los niños, ayudando a recaudar fondos y promoviendo campañas de concienciación en todo el país. Costa ha señalado que su experiencia con UNICEF le permitió ver de cerca las profundas desigualdades en México y le dio un propósito más allá de la música y la actuación.

En lo personal, César Costa ha mantenido una vida privada equilibrada y tranquila. Desde 1969 está casado con Gilda Roel, con quien tiene dos hijas, Daniela y Fernanda. A pesar de su fama, la pareja ha logrado mantener una relación estable y alejada del escrutinio público, lo que Costa considera esencial para su bienestar. Su dedicación a la familia y su enfoque en la privacidad son parte de los valores que lo han ayudado a mantenerse en el corazón de sus seguidores.

El legado de César Costa va más allá de la música y el entretenimiento. Con su elegancia, humildad y compromiso social, ha dejado una marca indeleble en la cultura mexicana y en la vida de millones de personas. Hoy, a sus 80 años, sigue siendo un referente de la “Nueva Ola” y una inspiración para las nuevas generaciones.