Cazzu estaba sentada en su sala, sosteniendo a su hija Inti entre sus brazos mientras intentaba distraerse con sus risas. Cada carcajada de la pequeña llenaba el ambiente con una inocencia y ternura que contrastaba con el caos emocional en el que Cazzu se encontraba sumergida. Mientras jugaba con su hija, no podía evitar que su mente viajara al pasado, recordando el último encuentro que tuvo con Christian Nodal, un momento que marcó un antes y un después en sus vidas.

La relación entre Cazzu y Nodal había estado deteriorándose desde hacía meses. Las tensiones, los malentendidos y los celos se fueron acumulando hasta que finalmente estallaron en una discusión que terminó en una confrontación física. Ella, en un momento de furia y frustración, llegó a golpearlo, un acto que nunca había imaginado que llegaría a hacer. Ese golpe no solo hirió físicamente a Nodal, sino que también rompió algo dentro de Cazzu, una parte de ella que aún no logra reparar.

Las palabras que siguieron a ese incidente fueron igual de dolorosas. Cegada por la rabia y el dolor, Cazzu le dijo a Nodal que nunca volvería a ver a su hija. Esa amenaza, dicha en un arranque de ira, ahora la atormentaba. Sabía que esas palabras no reflejaban lo que realmente sentía. Inti merecía tener una relación con su padre, y aunque la relación entre ellos dos se hubiera fracturado, no quería que su hija fuera privada del amor de su padre. Sin embargo, la herida que dejó esa pelea seguía abierta, y no sabía cómo enfrentarse a Nodal después de lo ocurrido.

El arrepentimiento pesaba sobre ella como una losa. Sabía que debía encontrar la manera de enmendar las cosas, no solo por el bien de su hija, sino por su propia paz interior. Cazzu amaba a Nodal, aunque ahora ese amor estaba cubierto por una capa de resentimiento y dolor. Cada día que pasaba sin que él viera a su hija, ella sentía que estaba fallando como madre. Inti no era culpable de lo que ocurrió entre ellos, y merecía tener a sus dos padres en su vida.

Mientras Inti seguía riendo en sus brazos, Cazzu supo que tenía que encontrar la forma de superar el orgullo y la rabia que la habían alejado de Nodal. Por el bien de su hija, por el bien de su familia, tenía que buscar la reconciliación, aunque eso significara enfrentar sus propios errores y vulnerabilidades.