Aunque tuvo un inicio poco común y enfrentó numerosos obstáculos, Mariana luchó por llevar una vida lo más normal posible.
Mariana López nació en 1983 en un pequeño pueblo de Oaxaca, en el sur de México. La trágica historia de su vida ha sido tema de múltiples documentales, entrevistas y titulares en la prensa. Una pregunta que muchos se han hecho al escuchar su historia es: “¿Qué pasa si un ser humano crece en un entorno natural como un animal?”
Esto fue precisamente lo que Mariana experimentó durante gran parte de su infancia. Según los médicos y su historial clÃnico, Mariana era una niña normal al nacer. Sin embargo, a los 3 años fue abandonada por sus padres, quienes eran alcohólicos.
Mariana nació con una salud fÃsica completamente normal, pero su vida fue marcada por la irresponsabilidad de sus progenitores.
Sola en el frÃo, se refugió en una jaula de perros en una finca. Desde entonces, esa jaula se convirtió en su hogar y los perros en su familia. Mariana vivió y creció rodeada de perros.
No fue hasta seis años después que las autoridades la encontraron. En ese momento, Mariana ya caminaba en cuatro patas, corrÃa, saltaba, comÃa y ladraba como los perros que la habÃan criado. No podÃa hablar, carecÃa de habilidades básicas y su comportamiento fÃsico y social era el de un perro. Incluso comÃa y cuidaba su higiene como lo harÃa un perro.
Cuando fue encontrada, Mariana poseÃa las habilidades, comportamientos y hábitos de los perros.
Muchas personas se sorprendieron al escuchar los ladridos de Mariana. El sonido agresivo que emitÃa no era el de alguien imitando a un perro, sino el auténtico ladrido de un animal de cuatro patas. Era un tono feroz, que causaba escalofrÃos, proveniente de una joven vestida con una camiseta y unos shorts.
Finalmente, Mariana fue trasladada a un centro de cuidado para niños con discapacidades en un pueblo rural de Veracruz. Allà pasó varios años recibiendo terapia y educación especializada para abordar sus problemas de comportamiento, sociales y educativos. Con el tiempo, Mariana aprendió a suprimir los comportamientos caninos y a hablar con fluidez.
Le tomó tiempo aprender a vivir como una persona normal.
Aunque logró avances notables al reintegrarse a la sociedad, su experiencia infantil entre perros dejó huellas imborrables. Mariana podÃa hablar, pero su tono de voz era monótono, sin emociones ni ritmo.
A los 22 años, tuvo un novio, pero él la dejó rápidamente después de que ella le mostrara su habilidad para correr y ladrar como un perro.
A pesar de todo, Mariana anhela una vida justa. En 2013, durante una entrevista, expresó que se sentÃa ofendida cuando las personas la llamaban “la chica perro” y que solo deseaba ser tratada como cualquier otra persona.
A pesar de las dificultades, Mariana sueña con ser tratada con equidad como los demás.
Mariana también manifestó su deseo de que sus hermanos la visitaran con más frecuencia y compartió que su mayor sueño en la vida es reencontrarse con su madre biológica.
Actualmente, Mariana vive en un centro de cuidado para adultos, donde ayuda a administrar una pequeña finca y cuida de los animales. Los expertos dudan que pueda vivir de manera completamente independiente.