Anthony Quinn, cuyo verdadero nombre era Manuel Antonio Rodolfo Quinn Oaxaca, nació el 21 de abril de 1915 en Chihuahua, México, en un contexto de gran agitación social debido a la Revolución Mexicana.

Su padre, Francisco Quinn, de ascendencia irlandesa, fue revolucionario y luchó junto a Pancho Villa contra las fuerzas del dictador Victoriano Huerta. Su madre, Manuela Oaxaca, de ascendencia indígena, formaba parte de una sociedad muy desigual donde el acceso a la tierra y los recursos era limitado para la mayoría de la población. Desde temprana edad, Anthony experimentó la pobreza y las dificultades, lo que le inculcó una determinación única para salir adelante.

A muy temprana edad, la familia de Anthony se mudó a Texas y luego a Los Ángeles, donde continuaron enfrentando pobreza extrema. Su madre trabajaba en el campo, en Ciudad Juárez y en El Paso, Texas, para mantener a su hijo. Quinn comenzó a trabajar a los cinco años recolectando frutas, y más adelante desempeñó diversos trabajos como limpiabotas y vendedor de periódicos para ayudar a su familia. La tragedia golpeó a Anthony a los 11 años cuando perdió a su padre, lo que lo obligó a buscar aún más trabajos informales para ayudar a su madre.

Impulsado por la necesidad, Anthony asumió trabajos como peón de granja y lavaplatos. Además, desarrolló un interés por el arte e intentó ganar dinero dibujando retratos de estrellas de cine. Sin embargo, sus intentos no le dieron el éxito que esperaba, y regresó a trabajar en la construcción. Posteriormente, a los 16 años, Quinn intentó el boxeo profesional, donde ganó 16 combates. A los 17 años se casó con Silvia, una mujer mayor que él, quien lo introdujo a temas de arte y filosofía, lo que impactó profundamente en su vida.

Quinn decidió entonces seguir el camino de la actuación y comenzó a estudiar dicción para mejorar su habilidad en el idioma inglés. Su carrera en Hollywood inició con pequeños papeles de extra en películas como The Milky Way en 1936, y pronto su apariencia distintiva le permitió obtener papeles secundarios, aunque a menudo fue encasillado en roles de bandidos o personajes de origen étnico variado, reflejando la discriminación de la época.

Su gran oportunidad llegó en 1952 cuando interpretó a Eufemio Zapata en la película Viva Zapata!, dirigida por Elia Kazan. Su actuación le valió su primer Premio de la Academia como Mejor Actor de Reparto, convirtiéndose en el primer actor de origen hispano en recibir este prestigioso galardón. A pesar de este logro, continuó siendo encasillado en Hollywood. Durante los años 50, sin embargo, empezó a trabajar en Europa, donde consiguió papeles protagónicos que le permitieron mostrar su versatilidad. Una de sus interpretaciones más celebradas fue en La Strada de Federico Fellini, una película que ganó reconocimiento internacional y consolidó la carrera de Quinn en el cine.

En 1956, ganó su segundo Óscar por su papel como Paul Gauguin en Lust for Life, donde interpretó al famoso pintor en una película sobre Vincent Van Gogh, a quien dio vida Kirk Douglas. A lo largo de su carrera, Quinn trabajó con directores renombrados y fue construyendo una imagen de actor de carácter, capaz de sumergirse en roles intensos y emocionalmente complejos.

En 1964, interpretó a Alexis Zorba en la película Zorba el Griego, una de sus actuaciones más memorables. La película, dirigida por Michael Cacoyannis, fue un éxito mundial y le valió una nominación al Oscar como Mejor Actor. La interpretación de Quinn de Zorba se convirtió en icónica, y la famosa danza en la playa aún es recordada como una de las escenas más emblemáticas del cine. Además, Quinn contribuyó a producir la película, demostrando su creciente influencia en la industria.

Más allá de su carrera cinematográfica, Anthony Quinn fue también un apasionado del arte, dedicándose a la pintura y escultura en su vida posterior. Su obra artística fue exhibida en galerías de ciudades como Los Ángeles, Nueva York y París. Su interés por las artes plásticas comenzó desde su juventud, cuando estudió arquitectura con el célebre Frank Lloyd Wright, quien lo alentó a explorar la actuación como una forma de terapia. En sus últimos años, su trabajo artístico se consolidó y logró vender numerosas piezas, consolidando otra faceta de su creatividad.

La vida de Quinn no estuvo exenta de tragedia. En 1939, perdió a su primer hijo, Christopher, quien murió ahogado a los dos años, lo que marcó profundamente al actor. Décadas después, en 2011, su hijo Francesco, también actor, falleció de un ataque al corazón a los 48 años. Estas pérdidas personales dejaron una huella profunda en Anthony y reflejan los desafíos que enfrentó fuera de la pantalla.

Anthony Quinn falleció el 3 de junio de 2001 en Rhode Island a la edad de 86 años debido a complicaciones respiratorias relacionadas con el cáncer de pulmón. Fue enterrado en su propiedad en Bristol, cumpliendo su último deseo de descansar en un lugar que amaba profundamente. Tras su muerte, su legado perdura no solo en sus películas, sino también en los tributos que honran su contribución al cine y su herencia cultural. La Fundación Anthony Quinn, establecida por su viuda Katherine Benvin, continúa promoviendo la educación artística, asegurando que el impacto de su vida y carrera se extienda a las generaciones futuras.

Anthony Quinn es recordado como un pionero en el cine que rompió barreras en Hollywood, manteniéndose fiel a sus raíces y demostrando que un actor de origen hispano podía alcanzar el éxito en la industria del cine. Su historia es un testimonio de perseverancia y talento, de un hombre que superó la pobreza y el encasillamiento para convertirse en un ícono del cine mundial.