Vicente Fernández, conocido como “El Charro de Huentitán,” sigue siendo una figura imponente en la música mexicana. Celebrado no solo por su impecable carrera artística sino también por su dedicación a la familia, Vicente fue el patriarca de una de las dinastías musicales más prominentes de América Latina.

Durante casi seis décadas, compartió su vida con Doña Cuquita, su esposa, a pesar de los desafíos y rumores que ocasionalmente surgían en torno a su matrimonio. Ahora, tres años después del fallecimiento de Vicente, Doña Cuquita ha roto el silencio para compartir detalles inéditos sobre su vida en común y para abordar algunas de las especulaciones que persistían sobre la vida del cantante.

Los inicios de Vicente Fernández: De la pobreza al estrellato

Vicente Fernández nació el 17 de febrero de 1940 en Huentitán el Alto, Jalisco, en una familia modesta. Desde niño, su pasión por la música fue evidente, influenciado por películas protagonizadas por íconos de la música ranchera como Pedro Infante y Jorge Negrete, que solía ver junto a su madre. Con solo ocho años, Vicente recibió su primera guitarra y empezó a aprender música folklórica mexicana de forma autodidacta. Sin embargo, la vida no fue fácil para la familia Fernández, que enfrentó severas dificultades económicas, lo que eventualmente los llevó a mudarse a Tijuana en busca de mejores oportunidades.

Durante su juventud, Vicente trabajó en múltiples oficios para ayudar a su familia: fue albañil, pintor y carpintero, pero su talento para cantar siempre fue evidente. En cada trabajo, encontraba una oportunidad para mostrar su voz, llamando la atención de la gente que lo rodeaba. A los 14 años, ya se presentaba en restaurantes y bodas locales, y formó parte de varios grupos de mariachi, entre ellos Mariachi Amanecer de Pepe Mendoza y Mariachi de José Luis Aguilar.

La gran oportunidad llegó en 1963, cuando apareció en el programa de televisión “La Calandria Musical,” obteniendo así su primer trabajo remunerado como cantante. Ese mismo año, se casó con María del Refugio Abarca Villaseñor, a quien conocía desde su juventud. La pareja tuvo su primer hijo, Vicente Jr., que nació de forma prematura, requiriendo cuidados intensivos en casa debido a la falta de recursos para pagar atención médica hospitalaria. Trágicamente, en ese mismo año, su madre falleció a causa del cáncer, un golpe duro para el joven Vicente.

En 1965, Fernández se mudó a la Ciudad de México, con la firme intención de triunfar en la industria musical. Inicialmente, se encontró eclipsado por la fama de Javier Solís, uno de los grandes cantantes de la época. Sin embargo, tras la muerte de Solís en 1966, se le abrieron las puertas y comenzó a presentarse en el programa de radio XEW, la estación más importante del país en ese tiempo. Pronto firmó un contrato con CBS Records de México y lanzó sus primeros álbumes, entre ellos “Soy de Abajo” y “Ni en Defensa Propia,” que le empezaron a dar reconocimiento.

Consagración y éxitos que marcaron una época

El gran salto en la carrera de Vicente Fernández ocurrió en 1976 con el lanzamiento de “Volver, Volver,” una canción que se convirtió en un himno tanto en México como en toda América Latina. Escrita por Fernando Z. Maldonado, la canción consolidó a Fernández como uno de los máximos exponentes de la música ranchera. A lo largo de las siguientes décadas, Vicente Fernández lanzó numerosos álbumes exitosos como “El Rey,” “El Hijo del Pueblo,” y “Para Recordar,” que le valieron millones de copias vendidas y lo catapultaron a la fama internacional.

En los años 80, Fernández adaptó su estilo, moviéndose de la ranchera tradicional a temas que abordaban cuestiones sociales como la migración. Canciones como “Los Mandados,” que trataban sobre los migrantes mexicanos en Estados Unidos, resonaron profundamente entre su audiencia. Fue durante esta época que estableció “Los Tres Potrillos,” su rancho y centro de producción musical, consolidando así su legado no solo en la música sino también en el ámbito empresarial.

Uno de los momentos más memorables en su carrera fue en 1984, cuando rompió récords de asistencia en un concierto en la Plaza de Toros México, donde atrajo a 54,000 personas. Desde ese momento, su fama trascendió las fronteras mexicanas, llevando su música a escenarios internacionales y realizando giras en países como Colombia y Bolivia, consolidando su estatus de ícono global.

Colaboraciones familiares y el legado de Los Tres Potrillos

El compromiso de Vicente con la música también se manifestó a través de su familia. Actuar junto a sus hijos, Alejandro y Vicente Jr., se convirtió en una tradición que resonaba con su público, destacando los lazos familiares y el legado de “Los Tres Potrillos.” Aunque su vida familiar no estuvo exenta de escándalos y rumores de infidelidades, Doña Cuquita siempre fue un pilar de apoyo, prefiriendo mantenerse firme y leal a su esposo.

El ocaso de una carrera legendaria y su partida

En 2016, Vicente Fernández decidió poner fin a su carrera con un emotivo concierto de despedida titulado “Un Azteca en el Azteca.” Realizado en el Estadio Azteca, el evento fue un maratón musical de más de 40 canciones que atrajo a más de 88,000 personas, convirtiéndose en uno de los conciertos más grandes en la historia de la música mexicana. El carismático cantante compartió el escenario con su hijo Alejandro, dejando un recuerdo imborrable para sus seguidores.

A lo largo de sus más de 50 años de trayectoria, Vicente Fernández grabó más de 80 álbumes, vendió más de 65 millones de discos y se llevó a casa nueve premios Grammy Latinos. A pesar de retirarse de los escenarios, se mantuvo activo en el estudio, lanzando álbumes como “Más Romántico Que Nunca” en 2018 y “A Mis 80s” en 2020, reafirmando su compromiso con su arte.

El 6 de agosto de 2021, Vicente sufrió una caída en su rancho, que resultó en una lesión grave en la columna cervical. Fue hospitalizado y poco después diagnosticado con el síndrome de Guillain-Barré. A pesar de los esfuerzos médicos, su salud se deterioró y falleció el 12 de diciembre de 2021, dejando un vacío inmenso en la música mexicana.

El testimonio de Doña Cuquita y los últimos años del Charro de Huentitán

En una reciente entrevista, Doña Cuquita compartió reflexiones sobre su vida con Vicente, abordando con franqueza las preguntas sobre los rumores de infidelidad. Admitió que no podía controlar lo que sucedía fuera de su hogar, pero siempre confió en su esposo. Doña Cuquita también dejó claro que nunca sintió celos de las otras mujeres, afirmando que entendía las dificultades de la vida pública.

Vicente Fernández, con su voz inconfundible y su presencia imponente, no solo fue un ícono de la música ranchera, sino también un símbolo de la cultura mexicana. Su legado perdura a través de sus canciones, su familia y los millones de seguidores que continúan admirando su música.