La Sombra del Imitador: Descifrando la Mente del Feminicida de Iztacalco
El horror se esconde a plena luz del día, mimetizado entre la cotidianidad. El caso del feminicida serial de Iztacalco, Miguel “N”, nos confronta con una realidad escalofriante: la impunidad que permite a depredadores como él operar durante años, dejando un rastro de vidas truncadas y familias destrozadas. No estamos ante una mente maestra, sino ante un imitador, un camaleón que absorbe los patrones de otros asesinos seriales famosos, construyendo su propia narrativa de terror a partir de la vulnerabilidad de sus víctimas.
Vulnerabilidad y Plataformas de Citas: El Modus Operandi de un Depredador
Jóvenes, en su mayoría de escasos recursos, conectadas a través de plataformas de citas. Esa era la presa predilecta de Miguel “N”. Un patrón que, lamentablemente, se repite en la historia de los feminicidios. La facilidad de acceso, la falsa sensación de seguridad que brindan las redes sociales, se convierten en el caldo de cultivo perfecto para estos depredadores. ¿Acaso no es una ironía macabra que la tecnología, diseñada para conectar, se convierta en el puente hacia la muerte?
La Maestra Erandi Li Estrada, litigante en el caso, nos revela un dato estremecedor: Miguel “N” no solo elegía a sus víctimas por su vulnerabilidad, sino que las cosificaba, las reducía a meros objetos. “Algunas me deshice de ellas”, declaraba con una frialdad inhumana, como si se tratara de basura. Esta deshumanización, esta falta de empatía, es un sello distintivo de la psicopatía que lo caracteriza.
Impunidad y Negligencia: El Estado como Cómplice Silencioso
La impunidad del Estado, la ineficiencia de las fiscalías, la falta de capacitación y la renuencia de algunos servidores públicos, son piezas clave en esta tragedia. ¿Cuántas vidas se podrían haber salvado si las denuncias previas hubieran sido atendidas con la seriedad que merecían? ¿Cuántas familias no estarían hoy destrozadas si la justicia hubiera actuado con prontitud?
La Maestra Estrada, con una valentía admirable, logró algo inédito: una perfilación criminológica completa del feminicida, enfrentándose a la resistencia del sistema. Su testimonio es un grito de denuncia contra la ineficacia y la revictimización que sufren las familias de las víctimas, obligadas a luchar no solo contra el dolor de la pérdida, sino también contra la burocracia y la indiferencia.
El Error del Imitador: La Supervivencia de Casandra y la Luz en la Oscuridad
La historia de Casandra es un rayo de luz en medio de la oscuridad. Su lucha por la vida, las marcas imborrables en su cuerpo y en su alma, se convirtieron en la voz de las demás víctimas. Su supervivencia forzó al sistema a mirar, a reconocer el horror que se había estado gestando durante años bajo la sombra de la impunidad. Un error en el modus operandi de Miguel “N”, un cambio imprevisto, permitió que Casandra viviera para contar su historia, para convertirse en un símbolo de resistencia.
Más Allá de la Sentencia: La Búsqueda de Justicia y la Prevención como Camino
¿Qué es justicia para las familias destrozadas? ¿Una sentencia de 70, 100, 300 años? Ninguna condena podrá devolverles a sus hijas, a sus hermanas, a sus madres. La verdadera justicia radica en la prevención, en la creación de una sociedad donde la vulnerabilidad no sea una condena, donde las niñas y las mujeres puedan vivir sin miedo, donde el Estado asuma su responsabilidad de proteger y no de revictimizar.
El caso del feminicida de Iztacalco nos obliga a reflexionar, a cuestionar, a exigir un cambio. No podemos permitir que la impunidad siga siendo el cómplice silencioso de estos crímenes. La lucha de la Maestra Estrada, la valentía de Casandra, nos recuerdan que la justicia no es una dádiva, sino un derecho que debemos exigir y defender con todas nuestras fuerzas. ¿Qué podemos hacer? Denunciar, visibilizar, apoyar, acompañar. Romper el silencio es el primer paso para construir un futuro donde la vida de las mujeres no sea un trofeo para la perversidad de un imitador.