🕘 Mi marido falleció, todas las noches siento…

Mi esposo falleció cuando tenía apenas 38 años. No pudo vencer esa terrible enfermedad que es el cáncer. Se fue en enero de 2023, y aunque ya ha pasado su primer aniversario luctuoso, para mí todo sigue siendo como si hubiera ocurrido ayer.

Entre mi esposo y yo tuvimos una hija en común. Este año, ella ya entró a sexto de primaria. Gracias al apoyo de ambas familias, mi hija y yo hemos podido superar, aunque sea un poco, el dolor de su partida y continuar con la vida sin el hombre que era el pilar del hogar.

 

En la familia, mi esposo era el menor de los hermanos, y cuando vivía, todos lo querían mucho. Por eso, también me han mostrado cariño y preocupación. Sin embargo, hay alguien en particular, mi cuñada mayor, que siempre ha sido demasiado curiosa en temas delicados. Preguntas como cuánto dinero dejó mi esposo, si la casa está hipotecada o si tenemos deudas, son frecuentes y me incomodan mucho.

Siempre respondo con una sonrisa: “Mi esposo se fue de forma inesperada. Aunque teníamos ahorros, todo se gastó en su tratamiento. Lo poco que queda lo guardo para la educación de nuestra hija. Aun así, necesito trabajar para mantenernos”.

La verdad es que los ahorros que dejó mi esposo, bien invertidos en el banco, son suficientes para vivir cómodamente. Pero sé que esta situación puede despertar envidias o malos comentarios, así que procuro ser muy cautelosa y mantener cierta distancia con la familia de mi esposo.

No obstante, no puedo rechazar del todo sus muestras de apoyo. Una o dos veces por semana, algún hermano o mi cuñada mayor viene a visitarnos, preguntando por los estudios de mi hija o cómo estamos.

 

Hace unos meses, mi cuñada empezó a sugerir que debería rehacer mi vida y casarme de nuevo. Admito que soy joven y tal vez eso ocurra en el futuro, pero no es el momento adecuado. Pienso que al menos debería pasar el segundo o tercer aniversario luctuoso de mi esposo antes de considerar esa posibilidad.

Aunque le he dicho mi postura, ella insiste. Dice cosas como: “Debes encontrar a alguien rápido, o será muy tarde para tener más hijos”, o incluso “Si te quedas sola mucho tiempo, nadie te querrá”. Una vez, delante de toda la familia, llegó a comentar: “Seguramente él, desde el cielo, estaría de acuerdo en que rehagas tu vida”.

En varias ocasiones, mi cuñada ha venido a casa acompañada de un hombre llamado Carlos, diciendo que es su amigo, pero claramente con la intención de presentármelo. Carlos es divorciado, sin hijos y con una buena posición económica. Sin embargo, a pesar de la insistencia, sigo firme en mi decisión.

 

Una noche reciente, mientras dormía y mi hija ya estaba profundamente dormida en su cuarto, escuché el ruido de la puerta principal. Mi piel se erizó. Vivo en un departamento y siempre reviso las cerraduras antes de acostarme, así que pensé que era un ladrón.

Con el corazón latiendo a mil, no me atreví a gritar. Si era un ladrón y lo acorralaba, podría volverse violento y poner en peligro a mi hija. Decidí quedarme quieta, conteniendo el aliento.

Escuché pasos acercándose a mi habitación. El intruso entró, y aunque estaba aterrada, logré decir débilmente: “¿Quién eres?”. Para mi sorpresa, respondió con un tono insinuante: “Soy Carlos, el amigo que tu cuñada te presentó”.

Fue entonces cuando entendí. Recordé que tiempo atrás, le di un duplicado de las llaves a mi cuñado mayor por si había una emergencia. Ahora sospecho que él o mi cuñada le dieron las llaves a Carlos.

Esa noche, Carlos y yo cruzamos una línea que jamás imaginé. Ahora me siento avergonzada y preocupada. Sé que fue un momento de debilidad, pero no quiero que vuelva a suceder. Cambiaré las cerraduras, y espero que mi cuñada y su esposo entiendan que necesito espacio y respeto.

Related Posts

Our Privacy policy

https://gialai24.com - © 2025 News