Es una chica que nació en la acera, sobrevivió por un milagro, luego cantaba en la calle ganándose la vida. Pero, después de muchos años, conquistó el mundo y su nombre se hizo conocido por todos.
No importa cuántos años pasen, el nombre de esta genial cantante seguirá siendo igual de conocido, y su obra seguirá siendo tan valorada como hoy en día.
La gran estrella francesa Edith Piaf nació en diciembre de 1915. Según varias versiones, llegó al mundo en una acera en uno de los suburbios de París. Nadie esperaba que la bebé sobreviviera, pero el destino decidió lo contrario.
Su padre estaba lejos, y su madre no podía encargarse de ella. La última esperanza fue entregarle a la niña a la abuela.
Sin embargo, la abuela no estaba especialmente dispuesta a asumir la responsabilidad de su nieta. No se sentía segura y no tenía tiempo para cuidar de la niña. En lugar de darle leche, a menudo le echaba vino diluido en el biberón para que la niña no la molestara con su llanto. Cuando la situación se volvió crítica, el padre de Edith la recogió y la llevó a Normandía, a casa de su madre.
Más tarde se descubrió que Edith, a los tres años, estaba completamente ciega. Resultó que, en los primeros meses de vida, desarrolló una inflamación en la córnea, pero la abuela materna no lo notó. Cuando otros métodos no dieron resultado, la abuela y su hija llevaron a Edith a Lisieux, donde rezaron a Santa Teresa, esperando un milagro. A los seis años, Edith recuperó la vista. Lo primero que vio fueron las teclas del piano.
Después de esto, su padre llevó a Edith a París, donde comenzaron a trabajar en las calles de la ciudad: él hacía trucos de acrobacia y la pequeña Edith cantaba. Ella ganaba dinero cantando en la calle, hasta que el destino decidió darle una oportunidad para otra vida.