El niño arrojado por su madre como basura, sus padres ni siquiera querían verlo al nacer porque se veía demasiado raro, lo abandonaron a la primera oportunidad, pero unos años después, ocurrió algo milagroso

La historia de Dima Kalekin es una de dolor, resistencia y triunfo.

Nacido con hidrocefalia, o „agua en el cerebro“, su vida comenzó con desafíos inimaginables.

Cuando sus padres biológicos lo vieron por primera vez, tomaron una decisión devastadora: se fueron del hospital sin él y nunca miraron atrás.

Dima pasó sus primeros años en un orfanato para niños con discapacidades.

Cuando tenía cuatro años, aún no podía caminar ni comer con utensilios, y el personal dudaba que alguna vez se desarrollara normalmente.

A pesar de sus preocupaciones, Dima mostró una increíble voluntad de sobrevivir, sorprendiendo a todos al aprender algunas palabras y aferrándose a la vida contra todo pronóstico.

En 2014, Dima enfrentó un nuevo peligro cuando estalló el conflicto en la región.

El orfanato en el que vivía se encontraba en una zona disputada, lo que obligó al personal y a los niños a evacuar.

Durante una semana angustiante, vagaron de un lugar a otro sin comida, agua ni medicamentos.

Finalmente, un grupo de personas intervino y ayudó a los niños a llegar a un lugar seguro.

Dima fue llevado a un hospital, donde el costo de su viaje se hizo dolorosamente claro.

Los médicos temían que no sobreviviera mucho más tiempo.

En desesperación, se comunicaron con un sacerdote local, pidiéndole que rezara por una familia dispuesta a adoptar a Dima.

Milagrosamente, esas oraciones fueron respondidas.

Dima fue trasladado a un nuevo orfanato, y poco después, una pareja llamada Ernest y Ruth Chaves llegó.

Padres adoptivos experimentados, con siete hijos ya, se sintieron conmovidos por la difícil situación de los niños afectados por el conflicto.

Cuando conocieron a Dima, supieron de inmediato que estaba destinado a ser parte de su familia.

Renombrado como Zebadiah Chaves, la vida de Dima cambió por completo.

En su nuevo hogar, rodeado de amor y cuidado, comenzó a prosperar.

Solo unos días después de su llegada, Zebadiah sorprendió a sus padres al comer con cuchara por primera vez.

En el siguiente año, hizo progresos increíbles: aprendió a caminar, a hablar tanto ucraniano como inglés y a abrazar a su nueva familia.

Los médicos en su nuevo hogar examinaron la condición de Zebadiah y se sorprendieron por su resistencia.

A pesar de los desafíos de la hidrocefalia, su cerebro no había sufrido daños significativos y su potencial para desarrollarse parecía prometedor.

Aunque enfrentaba futuras cirugías, Zebadiah demostró una y otra vez que su espíritu era inquebrantable.

Hoy en día, Zebadiah es un testimonio del poder del amor, la perseverancia y las segundas oportunidades.

Se ha convertido en un niño feliz y prospero, muy alejado de las duras circunstancias de sus primeros años.

Su viaje inspira a todos los que lo escuchan, un recordatorio de que incluso los actos más pequeños de bondad pueden cambiar una vida para siempre.