En un giro dramático digno de una novela, lo ocurrido en la fiesta más exclusiva de Nueva York, un evento lleno de glamour y reservado para la élite de la sociedad, dejó a todos boquiabiertos. Lo que empezó como una celebración desenfrenada se convirtió en un verdadero escándalo cuando Ángela Aguilar sorprendió a Cristian Nodal y a Casu besándose apasionadamente en medio del bullicio, llevados por el alcohol y creyendo que nadie los veía.

La noche, un caleidoscopio de luces de neón que bailaban en las paredes y música electrizante que resonaba como el latido de un corazón gigante, había alcanzado su apogeo. El aire estaba impregnado de una mezcla embriagadora de perfume caro y humo de cigarro, mientras los protagonistas de este triángulo amoroso se sumergían en una escena explosiva que prometía cambiarlo todo. Cristian y Casu bailaban pegados, sus cuerpos sincronizados al ritmo de la música, ignorando por completo el entorno. Sin embargo, el beso que compartieron no pasó desapercibido para Ángela, quien observó todo desde el otro lado de la pista.
El rostro de Ángela pasó de la incredulidad a la furia en cuestión de segundos; sus labios temblaban mientras sus ojos, que reflejaban una tormenta interna, escudriñaban la pista de baile como si buscaran una explicación imposible. Su respiración se aceleró, y sus puños se cerraron con tal fuerza que sus nudillos se tornaron blancos, marcando el inicio de su determinación implacable. Avanzó entre la multitud decidida a confrontarlos, y al llegar a ellos, la situación escaló rápidamente. Los gritos de Ángela resonaron por encima de la música mientras recriminaba la traición de su esposo y enfrentaba a Casu. En un arrebato de ira, una bofetada selló el comienzo de un enfrentamiento físico entre las dos mujeres. Empujones, jalones de cabello e insultos dominaron la escena, mientras los invitados observaban incrédulos.
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El conflicto alcanzó su punto más crítico cuando Casu, en un arranque de furia, empujó a Ángela con tal fuerza que esta perdió el equilibrio. Tropezó hacia atrás, golpeando su cabeza contra el borde afilado de una mesa cercana. El sonido seco del impacto cortó el aire y detuvo la música, mientras los asistentes contenían el aliento, paralizados por el horror de la escena. El impacto fue seco, y un silencio sepulcral se apoderó del lugar. Cristian corrió hacia ella desesperado mientras la seguridad intervenía y los paramédicos eran llamados de inmediato.
La ambulancia que llevó a Ángela al hospital fue escenario de una confrontación emocional entre ella y Cristian. Este, arrodillado junto a su camilla, intentó explicar lo sucedido, pero Ángela, rota por la traición, lo rechazó categóricamente. Las heridas del corazón parecían mucho más profundas que las del cuerpo.
Mientras tanto, Romeo Santos, quien también estaba presente en la fiesta, intercedió en defensa de Ángela. Su confrontación con Cristian escaló hasta llegar a los golpes, dejando a ambos hombres ensangrentados y aún más divididos. La pelea sólo terminó cuando la seguridad logró separarlos.
Por su parte, Casu, visiblemente afectada por el caos, también enfrentó las recriminaciones de Romeo, quien la acusó de haber traicionado su confianza y haber causado daño irreparable. Las palabras de Romeo fueron un golpe emocional para Casu, quien finalmente se derrumbó, sollozando mientras asimilaba las consecuencias de sus acciones.
La fiesta, que había comenzado como una noche de desenfreno, terminó en tragedia, dejando a los protagonistas con sus vidas marcadas para siempre. Nadie sabía qué depararía el futuro para Cristian, Ángela y Casu, pero una cosa era segura: nada volvería a ser igual después de aquella noche en Nueva York.