Culiacán, una ciudad que ya es conocida por la violencia y el dominio de los carteles de la droga, está viviendo una nueva etapa llena de tensiones y peligros. Recientemente, un mensaje de amenaza ha circulado ampliamente, generando miedo entre los ciudadanos y los conductores de aplicaciones en la zona. La advertencia de los carteles de la droga, especialmente de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, va dirigida a los conductores de servicios como Didi, Uber y los taxis locales, asegurando que serán asesinados si siguen trabajando después de las 8 p.m. Esta advertencia no debe tomarse a la ligera, especialmente cuando los nombres de estos carteles están directamente relacionados con la inestabilidad en Sinaloa.
La situación de violencia en Culiacán continúa escalando debido a la feroz competencia entre los carteles de la droga. Grandes grupos como los “Chapitos” y los seguidores de Ismael “El Mayo” Zambada siguen luchando por el control territorial, mientras las autoridades enfrentan dificultades para contener la situación.
Recientemente, la captura de “El Pigi”, un líder del crimen organizado estrechamente vinculado a poderosos carteles del Cártel de Sinaloa, sacudió tanto a las fuerzas de seguridad como a los propios carteles. Esta detención se considera una victoria para las autoridades, pero muchos dudan de si realmente se trata de un paso hacia la solución o simplemente de una pieza más en un complejo juego político.
Mike Viil, exdirector de la campaña internacional de la DEA, destaca que si no se implementa una estrategia centrada en inteligencia y en herramientas modernas, detener la violencia en Sinaloa será una misión imposible. Sin embargo, la falta de financiamiento y la ineficacia en las operaciones de inteligencia han hecho que la situación en Culiacán sea cada vez más difícil de controlar.
Aunque las campañas de arrestos continúan, los efectos de estas parecen ser solo temporales. Cuando un líder es capturado, otro rápidamente ocupa su lugar. Delincuentes como “El Pigi”, que mantenían un perfil bajo, se han convertido ahora en símbolos de la inestabilidad incontrolable. Los habitantes, como Laura, una residente de Culiacán, aseguran que viven en un entorno lleno de miedo, donde la violencia y la desaparición de personas inocentes se han vuelto comunes.
A pesar de la intervención de las autoridades, la violencia en Culiacán sigue en aumento. Cada día que pasa, los carteles de la droga se hacen más fuertes, y los habitantes de Culiacán continúan viviendo en la oscuridad del miedo y la incertidumbre. La gran pregunta sigue siendo: ¿cuándo terminará esta guerra y si existe alguna solución real para traer estabilidad a Sinaloa?