En medio de la creciente tensión sobre el futuro de la monarquía británica, las declaraciones de Lady Colin Campbell sobre Meghan Markle y el Príncipe Harry han avivado un debate candente. Según Campbell, Meghan, que ha sido considerada blanca la mayor parte de su vida, decidió abrazar su herencia afroamericana cuando le convino. Esta afirmación ha reabierto heridas en torno a la identidad racial y la autenticidad de la pareja en sus luchas contra el racismo.

La reciente decisión de líderes clave de la Commonwealth, como el Primer Ministro de India y el presidente de Sudáfrica, de faltar a la Cumbre de la Commonwealth en favor de BRICS, ha sido interpretada por algunos como un signo del declive de la influencia británica. Campbell argumenta que Meghan y Harry han jugado la “carta racial” para beneficiarse económicamente de su estatus de víctimas, lo que podría haber exacerbado las tensiones en el Caribe y África.

A medida que el debate sobre las reparaciones y el legado colonial gana impulso, las palabras de Meghan y Harry resuenan en un contexto más amplio de descontento. Aunque se les ha otorgado un papel dentro de la Commonwealth, su comprensión del mismo es cuestionada, y algunos opinan que su impacto es más negativo que positivo.

En este complejo escenario, muchos se preguntan si la relación de Meghan y Harry con la monarquía está llevando a la disolución de una institución histórica. El futuro de la familia real está en juego, y el mundo observa con atención.