Michael, un niño afroamericano de ocho años, estaba lleno de emoción cada mañana al ir a la escuela. Aunque era el único niño negro de la clase, siempre lograba conectar con sus compañeros y profesores gracias a su amabilidad e inteligencia. Su disposición para ayudar a los demás le permitió ganarse el cariño de todos, pero su vida dio un giro inesperado con la llegada de un nuevo profesor de francés llamado Robert.
Robert era un hombre estricto y exigente, conocido por su actitud fría y distante, pero su trato hacia Michael era especialmente cruel. A menudo lo humillaba delante de sus compañeros, llamándolo “patito feo” debido al color de su piel. Michael no entendía por qué su profesor lo trataba de esa manera. Al principio, intentó ser fuerte, esperando que la situación cambiara, pero cada día la humillación se hacía más constante y dolorosa. A pesar de ser un niño optimista, Michael comenzó a sentirse solo y herido, y la injusticia que vivía a manos de alguien que debía apoyarlo lo hacía sentir cada vez más impotente.
El punto de quiebre llegó un día cuando Robert, con una crueldad aún mayor, lo llamó nuevamente a la junta y lo criticó por no saber pronunciar correctamente las palabras en francés. Una vez más, le lanzó el insulto de “patito feo”. Fue en ese momento cuando la ira acumulada en el corazón de Michael explotó. Sin poder soportarlo más, golpeó a Robert y, sin pensarlo dos veces, salió corriendo del aula con lágrimas en los ojos, buscando escapar del dolor.
Sin embargo, sus compañeros no lo abandonaron. Lejos de quedarse callados, salieron en su defensa y le contaron al director todo lo que había ocurrido. Al escuchar los testimonios, el director tomó una decisión firme: despidió a Robert de su puesto como profesor. Michael, aunque aún emocionalmente afectado, se sintió liberado del miedo y la humillación que había sufrido durante tanto tiempo.
Gracias al apoyo de sus amigos, Michael entendió que la verdadera fuerza no reside en la venganza ni en el resentimiento, sino en la bondad y el apoyo mutuo. Este episodio le enseñó que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay quienes están dispuestos a luchar por lo correcto. Michael regresó a su educación con una renovada confianza, sabiendo que su valentía, junto con la amistad de sus compañeros, había superado una gran injusticia.