A lo largo de su vida, Kiki Herrera Calles fue conocida por su carisma y elegancia, dejando huella en todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerla. Sin embargo, la decisión que marcaría su destino fue la de intentar comprar el amor de un hombre famoso, con quien no compartía más que el interés por los lujos y la fama. Esta relación, plagada de conflictos y distanciamientos, la dejó devastada y sola, lo que aceleró su triste final.

Kiki era nieta del expresidente mexicano Plutarco Elías Calles y miembro de la alta sociedad, pero, a pesar de sus raíces, llevaba una vida desordenada que la llevó a casarse con José José, “El Príncipe de la Canción”, en los años 70. La diferencia de edad de 20 años entre ambos y la vida llena de excesos terminaron por minar su relación, que terminó en un doloroso divorcio tras solo 18 meses.

Aunque Kiki se lanzó a una carrera artística destacada en el cine y la televisión, sus años posteriores a la separación fueron marcados por la soledad y la desesperación. Luchaba con una profunda depresión y, aunque seguía siendo una mujer de recursos, prefería frecuentar lugares modestos donde, a menudo, cantaba sin cobrar, en un intento por reencontrar su pasión perdida. A pesar de su dolor, el amor por José José nunca se extinguió, y aunque él siguió adelante con su vida, Kiki vivió años de angustia por lo que había perdido.

Su historia culminó trágicamente en 1983, cuando falleció a los 55 años tras un accidente automovilístico en el que su coche quedó atascado en las vías del tren. Las circunstancias de su muerte fueron misteriosas y alimentaron las especulaciones sobre si fue un accidente o si, en realidad, hubo otros factores detrás de su trágico final.

La vida de Kiki Herrera Calles, retratada en la serie José José: El Príncipe de la Canción, dejó una huella imborrable en la memoria de quienes la conocieron. Su legado en el cine mexicano es notable, y a pesar de los conflictos que marcaron su vida personal, sigue siendo recordada por su talento y su trágica historia.