Adalberto Martínez Resortes, una figura querida del entretenimiento mexicano, falleció en abril de 2003 a los 87 años debido a una enfermedad repentina y grave que terminó por colapsar su pulmón derecho. Su muerte marcó el fin de una era en la comedia mexicana y dejó un legado como uno de los actores más carismáticos y queridos de su tiempo. Sin embargo, la historia no terminó con su muerte. En los años que siguieron, comenzaron a suceder extraños e inexplicables eventos alrededor de su lugar de descanso, dando lugar a un misterio que cautivó al público y generó numerosos rumores.
Todo comenzó en el cementerio donde Resortes había sido enterrado. Los empleados, en especial los sepultureros y cuidadores, comenzaron a reportar sucesos extraños durante las horas nocturnas. Decían escuchar lo que sonaba como pasos suaves resonando entre las tumbas. “Era como si alguien estuviera practicando una rutina de tap-dance”, relató uno de los trabajadores del cementerio en una entrevista. En varias ocasiones, los visitantes afirmaron haber visto sombras moviéndose entre las lápidas, especialmente cerca de la tumba de Resortes. Mientras algunos desestimaban estas experiencias como producto de su imaginación, otros se convencieron de que el espíritu del actor seguía presente, incapaz de encontrar el descanso eterno.
El misterio se intensificó cuando una carta anónima apareció una mañana sobre la tumba de Resortes. La carta, escrita con una caligrafía antigua y desvanecida, decía simplemente: “El alcalde no descansa. No todo ha sido revelado. La tumba debe abrirse.” Este mensaje críptico desató aún más especulaciones e interés sobre la tumba. En poco tiempo, surgieron numerosas teorías, desde sugerencias de fenómenos sobrenaturales hasta rumores sobre secretos ocultos en la vida y la muerte de Resortes. Los medios de comunicación se hicieron eco de la historia y periodistas y expertos en lo paranormal comenzaron a acudir al cementerio, ansiosos por descubrir la verdad.
Comenzaron a circular fotos tomadas por curiosos visitantes del cementerio, mostrando fenómenos inexplicables. Algunas imágenes mostraban extrañas reflejos de luz cerca de la tumba de Resortes, a pesar de la falta de iluminación en la zona. Otras capturaban formas borrosas, similares a figuras humanas, que parecían bailar en las sombras cerca de la tumba. La curiosidad en torno al lugar de descanso de Resortes creció tanto que las autoridades del cementerio se vieron obligadas a tomar medidas. Programaron una fecha para abrir la tumba, no solo para descartar cualquier posible manipulación o juego sucio, sino también para investigar los extraños sucesos. El evento se programó para una mañana de lunes, alejada de las multitudes, pero con la presencia de algunos periodistas y testigos clave.
En la mañana de la apertura de la tumba, la atmósfera en el cementerio era tensa y expectante. Los trabajadores se preparaban cuidadosamente, limpiando el área y asegurándose de que todo estuviera listo para la monumental tarea. Un grupo de periodistas, junto con investigadores paranormales y familiares lejanos de Resortes, se reunió a una corta distancia, ansiosos por saber qué se revelaría. Un periodista susurró: “Si esto es una broma, no me importa. Pero si no lo es, esto cambiará todo.” A medida que el sol comenzaba a salir, la pesada losa de la tumba fue retirada, y lo que siguió dejó atónitos a todos los presentes.
El ataúd de Adalberto Martínez Resortes seguía intacto, sin señales de manipulación. Sin embargo, al abrirlo, la atmósfera cambió. El cuerpo de Resortes no descansaba en la posición en la que había sido enterrado; en lugar de tener los brazos cruzados sobre el pecho, su brazo derecho estaba levantado en una postura peculiar, como si estuviera congelado a mitad de una danza. Su rostro, a pesar de los años que habían pasado, aún mantenía una leve sonrisa, casi juguetona, como si estuviera disfrutando de una rutina sobre el escenario. Pero el descubrimiento más inquietante fue un zapato de charol negro descansando sobre su pecho, luciendo tan impecable como si acabara de ser colocado allí.
El hallazgo envió ondas de shock entre la multitud. ¿Cómo podía un zapato aparecer tan inmaculado después de más de dos décadas? ¿Era esto una señal desde el más allá? Algunos testigos especularon que el zapato era una pista de que Resortes había desafiado a la muerte y continuaba bailando en la otra vida. Otros se preguntaron si alguien había manipulado la tumba, pero la evidencia parecía desafiar cualquier explicación lógica.
El misterio se profundizó cuando los expertos comenzaron a analizar el zapato y la posición del cuerpo de Resortes. Descubrieron una nota oculta debajo del zapato, escrita en una antigua y desgastada escritura. El mensaje decía: “No dije adiós. Bailaré mientras me recuerden.” Esta revelación desató una explosión de especulaciones en los medios, con periodistas y fanáticos clamando por entender lo que había ocurrido. Algunos sugerían que Resortes había hecho un pacto sobrenatural para seguir bailando eternamente, mientras que otros pensaban que él había orquestado toda la escena como una última broma, jugando una última travesura a sus seguidores.
Las teorías continuaron multiplicándose. Una teoría planteaba que el zapato y la posición del cuerpo eran parte de un fenómeno sobrenatural, una prueba de que el espíritu de Resortes nunca había abandonado el mundo de los vivos. Otra teoría se centraba en la trágica historia de un joven bailarín al que Resortes había prometido enseñar. Durante una gira en la década de 1950, un joven bailarín, cautivado por el estilo de Resortes, le suplicó que fuera su mentor. Resortes, a menudo demasiado ocupado con su carrera, le había prometido en tono de broma que, si algún día no podía enseñarle, regresaría en el más allá para bailar con él. El bailarín falleció trágicamente antes de poder cumplir su sueño, y Resortes evitó hablar sobre el asunto desde entonces.
Con el descubrimiento del zapato y la nota, muchos comenzaron a especular que Resortes había cumplido su promesa y seguía cumpliéndola, incluso después de la muerte. Su sentido del humor único podría haberlo llevado a organizar este último acto, o tal vez, como algunos creían, su espíritu aún estaba honrando la memoria del joven bailarín.
A medida que pasaron los días, emergieron más reportes de sucesos extraños en el cementerio. Los cuidadores informaron haber visto sombras moviéndose entre las tumbas durante la noche, y uno de los trabajadores incluso afirmó haber visto a un hombre con un traje negro elegante y zapatos brillantes, bailando solo en la oscuridad. Las historias continuaron propagándose, y la tumba de Resortes se convirtió en un punto de interés para los curiosos. Algunos llegaban a rendir homenaje, colocando sus propios zapatos de charol negro cerca de su tumba, creyendo que su espíritu aún vivía a través del baile.
Las teorías seguían multiplicándose. Algunos creían que Resortes había hecho un pacto para nunca dejar de bailar, ni siquiera después de la muerte. Otros pensaban que había planeado todo como una última broma para mantener su memoria viva. Los más fervientes creyentes en lo paranormal sostenían que la conexión entre Resortes y el joven bailarín era la clave para entender el misterio. Pero sin importar la explicación, una cosa era segura: Adalberto Martínez Resortes había dejado un legado que nunca sería olvidado, incluso si eso significaba seguir bailando desde el otro lado.