La Última Voluntad de Vicente Fernández: Su Tumba Abierta al Público
El legado de Vicente Fernández, el ícono de la música ranchera, sigue vivo en el corazón de miles de personas que lo consideran más que un artista, sino una figura emblemática de la cultura mexicana. Pero no solo su música permanece, también su última voluntad, un gesto que demuestra la grandeza de su alma. Vicente Fernández había expresado en vida su deseo de que su tumba estuviera abierta al público para que todo aquel que lo quisiera pudiera visitarlo y rendirle homenaje.
En su rancho “Los Tres Potrillos”, en Guadalajara, Jalisco, se encuentra el lugar donde descansan sus restos, pero más allá de la tristeza, hay un mensaje claro: el “Charro de Huentitán” quiso que su tumba fuera un punto de encuentro, un lugar de reflexión para todos los que amaban su música y su forma de ser.
En un recorrido por el rancho, los visitantes pueden ver cómo su tumba está adornada con flores, una estatua de él montando un caballo, fotografías y veladoras. Su tumba se ha convertido en un santuario donde los fanáticos, no solo de México, sino de todo el mundo, se acercan para recordar sus canciones y películas que marcaron generaciones.
“Él quería que su tumba estuviera abierta al público”, dicen aquellos que han visitado el sitio, y la gente sigue llegando a rendirle tributo. Desde Guatemala, Honduras, El Salvador hasta Argentina, el amor por Vicente Fernández atraviesa fronteras.
Este acto de generosidad postuma ha hecho de “Los Tres Potrillos” un lugar turístico en constante visita. Los que llegan al rancho no solo pueden ver la tumba, sino también admirar los caballos, los ponis, y la arquitectura única que caracteriza el lugar. Para muchos, es una obligación hacer una parada aquí cuando visitan Guadalajara, el hogar de Vicente Fernández.
Este video, grabado por el canal Margarito Music, nos lleva a un recorrido único por el rancho y la tumba de Vicente, mostrando el cariño que aún despierta entre sus seguidores. La gente comparte sus recuerdos y anécdotas sobre el cantante, como aquella vez que un taxista le ayudó a cambiar una llanta en el camino, sin saber que estaba asistiendo al mismísimo Vicente Fernández. Momentos como estos, llenos de humildad y sencillez, son los que hicieron que su figura fuera aún más grande.
Hoy, su tumba abierta es el reflejo de su humildad, su amor por su gente y el deseo de que nunca se le olvide. Aunque su cuerpo ya no está entre nosotros, su música sigue viva, y su última voluntad de permanecer accesible al pueblo es un claro testamento de lo que fue Vicente Fernández: un hombre del pueblo, para el pueblo.
Visitar su tumba es, para muchos, una manera de cerrar el círculo con un ídolo que marcó la historia de la música mexicana.