El festín de los plumíferos: Un accidente, una comunidad y la ética del aprovechamiento
La volcadura de un tráiler cargado de pollos congelados en la autopista México-Pachuca, a la altura de la incorporación entre Vía Morelos y la mencionada autopista, en la zona de Reforma, ha desatado una peculiar escena que oscila entre la solidaridad, la necesidad y, quizás, la transgresión de la delgada línea que separa el aprovechamiento del hurto. Víctor Gálvez, desde el lugar de los hechos, nos reporta una situación compleja, donde las labores de rescate se ven entorpecidas por la particular “ayuda” de los habitantes de la zona.
Más que un accidente, una oportunidad: La llegada de los “recolectores”
La imagen que describe Gálvez es casi surrealista: una procesión constante de personas, algunas a pie, otras en mototaxis, equipadas con cubetas, huacales y costales, acercándose al tráiler volcado con la avidez de quien encuentra un tesoro inesperado. El objetivo: llevarse algunos pollos congelados, argumentando, según parece, una doble intención: alivianar la carga del contenedor para facilitar las labores de rescate y, por supuesto, llevar algo de alimento a sus hogares. Este “apoyo” improvisado, sin embargo, plantea interrogantes sobre la delgada línea entre la ayuda genuina y el oportunismo.
¿Es lícito aprovecharse de un accidente para obtener un beneficio personal, aunque sea en una situación de aparente necesidad? ¿Dónde termina la ayuda desinteresada y comienza el saqueo disfrazado de solidaridad? La respuesta, como casi siempre, no es sencilla. En un país con las profundas desigualdades económicas que aquejan a México, la tentación de acceder a un recurso, aunque provenga de un infortunio ajeno, puede ser irresistible para muchos. Sin embargo, esta “economía del desastre” nos obliga a reflexionar sobre las consecuencias a largo plazo de normalizar este tipo de prácticas.
Las autoridades: Entre la ley y la realidad
La Guardia Nacional, presente en el lugar, resguarda la zona, pero su tarea se complica ante la afluencia masiva de personas. La escena, descrita por Gálvez, nos muestra la impotencia de las autoridades frente a una situación que desborda su capacidad de control. ¿Cómo frenar a una multitud motivada por la necesidad y la oportunidad? ¿Es viable, incluso deseable, aplicar la ley con rigor en un contexto tan particular? La imagen de las fuerzas del orden observando el “festín de los plumíferos” pone en evidencia la complejidad de aplicar la norma en un país donde la realidad social a menudo la supera.
Dos horas, dos toneladas y un dilema
Las labores de rescate, según el reporte, se prolongan por horas. El peso de la mercancía y la dificultad para reincorporar el tráiler, sumado a la “colaboración” de los habitantes, hacen de esta tarea un verdadero desafío. La volcadura, que lleva ya varias horas, podría extenderse por un par más. Mientras tanto, el flujo de personas en busca de pollos congelados continúa. Dos horas, dos toneladas de pollo y un dilema ético que se debate entre la necesidad y el oportunismo: esa es la fotografía que nos deja este peculiar accidente en la México-Pachuca.
El pollo de la discordia: ¿Solidaridad o rapiña?
La pregunta queda flotando en el aire, esperando la respuesta, o mejor dicho, las respuestas de una sociedad compleja y contradictoria. ¿Qué opinan ustedes? ¿Es justificable el accionar de estas personas? ¿Son víctimas de las circunstancias o oportunistas disfrazados de samaritanos? El debate está abierto. La volcadura del tráiler no solo ha desparramado pollos congelados en la autopista, sino también un puñado de interrogantes sobre la ética, la necesidad y la compleja realidad social de México. La discusión, sin duda, se extenderá más allá del tiempo que tome retirar el tráiler y su cargamento de la autopista. Y, como el olor a pollo en descomposición, persistirá en el ambiente por un buen rato.