Marcela Rubiales, hija de los famosos Flor Silvestre y Paco Malgesto, ha sido siempre un nombre conocido en el mundo del entretenimiento mexicano, pero detrás de su exitosa carrera en la música ranchera y la televisión se oculta una vida marcada por profundas tragedias y momentos de valentía.

Aunque muchos la asocian con su destacada trayectoria, pocos conocen el doloroso capítulo personal que la ha acompañado durante los últimos años. La cantante y actriz, que desde joven mostró su talento en el mundo del espectáculo, se ha abierto recientemente para compartir una faceta más íntima de su vida, lo que ha conmocionado a sus seguidores y ha generado una ola de apoyo y solidaridad.

A los 70 años, Marcela Rubiales Finalmente admite lo que todos sospechábamos

Marcela Rubiales nació el 16 de abril de 1954 en la Ciudad de México, en una familia con una fuerte presencia en el mundo artístico. Su madre, Flor Silvestre, era una de las cantantes y actrices más queridas del país, mientras que su padre, Paco Malgesto, fue un renombrado locutor y animador de la radio.

Desde muy pequeña, Marcela estuvo rodeada de música y actuación, una influencia que, junto con la educación de su madre y tía, la llevó a desarrollar sus habilidades en varios instrumentos musicales. A los 7 años, ya comenzaba a mostrar su talento en el escenario, aunque su niñez se vio afectada por la separación de sus padres debido a graves acusaciones de infidelidad y violencia doméstica.

Marcela Rubiales Cantando "Hipocrita", "Como un Perro" y "Amor Perdido". -  YouTube

La disputa legal por la custodia de los hijos entre Flor Silvestre y Paco Malgesto fue un escándalo mediático en México durante la década de los 60. Sin embargo, a pesar de las tensiones familiares, Marcela mantuvo una relación cercana con ambos padres, y fue en este ambiente que comenzó a gestarse su carrera artística.

Fue a través de la televisión, en programas como “Nuestra Gente”, que comenzó a ganar popularidad, demostrando su carisma y talento como conductora. En la década de los 70, su carrera despegó con su incursión en la actuación, participando en telenovelas como La venganza y programas como Complicadísimo.

A lo largo de los años 80, Marcela Rubiales consolidó su carrera en la música, lanzando varios discos bajo el sello Capitol de México y participando en obras teatrales como Don Juan Tenorio. Su talento no solo brilló en la música ranchera, sino que también se aventuró en el género tropical, y dejó su huella en el cine, participando en películas junto a figuras icónicas como Antonio Aguilar. A lo largo de su carrera, su versatilidad artística fue lo que la hizo destacar, y fue reconocida no solo por su voz, sino también por su carisma y dedicación al arte.

Marcela Rubiales | Spotify

Sin embargo, detrás de este éxito profesional, Marcela vivió uno de los momentos más dolorosos de su vida cuando, en 2004, perdió a su hija Marcela Fernanda, quien falleció trágicamente a los 21 años en un accidente automovilístico. La muerte de su hija dejó una huella imborrable en su corazón, un dolor que, aunque con el tiempo ha tratado de sobrellevar, sigue siendo profundo. Recientemente, Marcela compartió a través de su cuenta de Instagram una serie de fotos que conmemoraban el 41º cumpleaños de su hija, lo que despertó la curiosidad y el apoyo de sus seguidores. En un emotivo mensaje, Marcela recordó cómo su hija cambió su vida, marcando un antes y un después en su existencia.

La publicación de Marcela desató una ola de solidaridad en sus seguidores, quienes la apoyaron con mensajes de consuelo. La cantante expresó su tristeza por la pérdida de su hija, pero también compartió su creencia de que Marcela Fernanda ahora descansaba en un lugar mejor. En su mensaje, Marcela reflejó una profunda reflexión sobre el amor que siempre tuvo por su hija y la fortaleza que ambos compartieron a lo largo de sus años juntas.

Marcela Rubiales - Y por esa calle vive - YouTube

Esta pérdida, que ocurrió hace 20 años, ha sido el motor de muchas de las publicaciones de la cantante, quien sigue recordando con cariño a su hija y buscando, de alguna forma, mantener viva su memoria.

El accidente que le costó la vida a su hija también involucró a Julio López, el novio de Marcela Fernanda, quien fue el único sobreviviente del trágico incidente. Se especuló que él podría haber sido el responsable del accidente, lo que complicó aún más la situación para Marcela. Sin embargo, en un acto de compasión, ella decidió perdonarlo y no alimentar el odio. En su encuentro con él, Marcela se sintió conmovida por el sufrimiento de Julio y, lejos de buscar culpables, lo abrazó y le ofreció palabras de consuelo. Marcela le pidió que honrara la memoria de su hija y que, a pesar de todo lo ocurrido, intentara encontrar la felicidad.

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Este acto de perdón es solo uno de los muchos que Marcela ha compartido en su vida, demostrando la fortaleza y el amor que siempre ha tenido hacia su familia. La historia de Marcela Rubiales no solo es la de una exitosa carrera en la música y la televisión, sino también la de una mujer que ha enfrentado grandes pérdidas con valentía y resiliencia. A través de sus publicaciones y su arte, Marcela ha logrado mantener vivo el recuerdo de su hija y transmitir un mensaje de amor y esperanza a todos aquellos que han sido tocados por su historia.

A lo largo de su vida, Marcela también tuvo una relación con el boxeador Ricardo Arredondo, una historia que atrajo la atención de los medios debido a la combinación de su carrera en el mundo del deporte y el entretenimiento. A pesar de la notoriedad que este romance le dio, la relación con Arredondo no pudo salvarlo de las dificultades financieras y personales que él enfrentó después de su retiro del boxeo. Marcela, por su parte, continuó su carrera en la televisión y la música, enfrentando los desafíos con la misma determinación que la había caracterizado desde su juventud.

Hoy en día, a sus 70 años, Marcela Rubiales sigue siendo una figura relevante en la música y el entretenimiento mexicano. Aunque su vida ha estado marcada por momentos de gran tristeza, también ha sido testigo de la capacidad humana para sanar, perdonar y seguir adelante. Su historia, llena de luces y sombras, es un testimonio de la fortaleza interior que puede surgir incluso en los momentos más oscuros de la vida.