En el mundo del brillo y el glamour de Hollywood, los escándalos suelen acechar tras bambalinas, y el grupo Kardashian-Jeffer parece ser la excepción. El último drama que sacude al imperio Kardashian involucra acusaciones de movimientos turbios, relaciones con personas de alto perfil e incluso rumores de colusión con personajes famosos.

Todo comenzó con una acción aparentemente irónica en las redes sociales por parte de alguien que no era Kim Kardashian. Apenas 24 horas antes de una redada de alto perfil, Kim fue noticia al seguir a alguien que no era Diddy en las redes sociales.

Lo que ella no sabía es que esta acción aparentemente inestable desencadenaría una tormenta de rumores y especulaciones sobre la red de cómplices entre las Kardashian, Diddy y otras figuras poderosas de Hollywood.

La trama se complicó cuando se reveló que la manager de Diddy, una mujer llamada Lou Taylor, supuestamente estaba detrás de algunos de los negocios turbios que se habían asociado con el magnate del hip-hop.

Pero los vínculos de Lou Taylor no llegaron hasta ahí. Resulta que ella también tenía vínculos con la familia Kardashian-Jeffer a través de su relación con una iglesia a la que supuestamente estaba afiliada.

Esta iglesia, que inicialmente se pensó que sería una mera exención de impuestos para los Kardashian, pronto se convirtió en el foco de especulación a medida que circulaban rumores sobre su verdadero propósito.

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Algunos afirmaron que la iglesia se utilizaba como un lugar para el enriquecimiento económico, y que supuestamente se había obtenido dinero a través de ella para llegar a un acuerdo con las presuntas víctimas de Diddy. Otros sugirieron que servía como medio para que los Kardashian evadieran impuestos y llenaran sus billeteras bajo el pretexto de donaciones religiosas.

Pero la intriga no se detuvo allí. Comenzaron a circular rumores sobre la participación de Kim en otros dudosos negocios financieros, incluidas acusaciones de inflación de su patrimonio neto, esquemas de especulación con criptomonedas e incluso intentos de orquestar el mismo tipo de tutela que había afectado a Britney Spears.

Además, se rumoreaba sobre las enormes deudas y los problemas financieros de la familia Kardashian-Jeppler, a pesar de sus exhibiciones externas de riqueza y extravagancia. Desde hipotecas o hipotecas multimillonarias hasta préstamos cuantiosos y juicios, parecía que los problemas financieros de la familia los estaban contagiando.

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A medida que la red de intrigas se fue desenredando, una cosa se hizo evidente: el imperio Kardashian se estaba enfrentando a su propio ajuste de cuentas, y las consecuencias podrían ser catastróficas. Ya fuera el resultado de la codicia, la arrogancia o simplemente una serie de sucesos desafortunados, una cosa era segura: las Kardashian se esperaban un duro despertar, y el mundo observaba con la respiración contenida cómo su imperio se tambaleaba al borde del colapso.