Erika, una mujer que ha sufrido lo que muchos llamarían una relación tóxica, se enfrenta a un dilema profundo que afecta cada aspecto de su vida. Después de meses de angustia y sufrimiento, ha decidido alejarse definitivamente de su ex pareja, pero lo que parecía ser un nuevo comienzo se ha convertido en una constante lucha por recuperar su paz mental. Cada día es un desafío emocional, ya que su ex sigue buscándola insistentemente, a pesar de que ella le ha dejado claro que no desea ningún contacto. Este acoso constante le provoca un miedo profundo, un temor que la acompaña en cada paso que da, temerosa de que él pueda volver a hacerle daño.
Lo que Erika ha vivido no es algo que se pueda simplemente borrar con el tiempo. La relación que tuvo con su ex fue marcada por manipulación, control y violencia emocional, elementos que dejan cicatrices invisibles pero profundas. A pesar de que ha intentado cortar todo contacto, la constante presión y las amenazas que él le hace por medio de mensajes o llamadas la mantienen en alerta. Erika sabe que esta situación no solo la afecta a ella, sino también a sus seres queridos, quienes sienten la angustia de verla vivir bajo este constante estado de miedo.
La idea de tener que enfrentar nuevamente a su ex, incluso solo para explicarle que ya no quiere saber nada de él, es una fuente de ansiedad para Erika. El miedo a que él pueda reaccionar de manera violenta o vengativa es una sombra que la persigue, impidiéndole vivir con tranquilidad. Por ello, ha tomado la decisión de buscar apoyo legal y psicológico para protegerse de cualquier posible amenaza. Sin embargo, el proceso de sanar y aprender a vivir sin temor no es fácil.
Erika ha aprendido que el camino hacia la sanación no es inmediato. Requiere tiempo, esfuerzo y, sobre todo, la voluntad de no permitir que su pasado dicte su futuro. La importancia de rodearse de personas que la apoyen y comprendan es clave para su recuperación. Erika también sabe que su miedo, aunque válido, no debe ser un obstáculo para vivir la vida que se merece. Por eso, aunque cada día trae consigo desafíos, su determinación de ser libre y dejar atrás esa relación abusiva sigue siendo más fuerte que el miedo que la aqueja.