Emilio “El Indio” Fernández: Cuatro Décadas de Legado Cinematográfico y una Vida de Contradicciones
Emilio Fernández, conocido popularmente como “El Indio”, es uno de los cineastas más importantes de la historia del cine mexicano y una figura controvertida cuyas películas siguen siendo un pilar fundamental del cine de habla hispana. Su vida estuvo marcada por una mezcla de leyendas, verdades incompletas y un sinfín de desafíos personales que construyeron el mito en torno a su figura. Desde su infancia en Coahuila hasta su consagración como director y actor, su legado es un reflejo de un hombre complejo, orgulloso de sus raíces indígenas, pero también lleno de contradicciones.
Los Últimos Días de “El Indio”
El domingo que Emilio Fernández falleció, su salud ya mostraba señales de deterioro. Aquella tarde, comenzó a sentirse mal después de ducharse y vestirse con su traje formal. En un primer momento, se pensó que era solo una falsa alarma, pero su estado de salud empeoró rápidamente, lo que llevó a su esposa, Columba, a llamar a un médico. Sin embargo, cuando el doctor llegó a su villa, Emilio ya había fallecido. En la mesa de la habitación, donde se encontraba, había tres botellas de Don Pedro sin terminar y una botella vacía de brandy, lo que refleja el ambiente de soledad y tristeza que envolvía su partida.
Columba recordó cómo la salud de Emilio se fue deteriorando lentamente en los días previos a su fallecimiento, con una caída significativa en su temperatura corporal, a pesar de los intentos de reanimarlo con calor y cuidados médicos. La villa que Emilio había construido con el arquitecto Manuel Parra, 40 años antes, fue el escenario de su despedida eterna. En la habitación donde descansaba, muchas de sus pertenencias más queridas atestiguaban el fin de su vida, incluyendo una fotografía con el expresidente mexicano José López Portillo, que inmortalizaba el instante en que se le otorgó un reconocimiento por su contribución al cine.
El Origen de una Leyenda: La Vida de Emilio Fernández
Emilio Fernández nació el 26 de marzo de 1904 en Mineral de Londo, Sabinas, Coahuila. Hijo de Emilio Fernández Garza, un general revolucionario, y de una madre con raíces en la tribu kikapú, Emilio heredó una fuerte presencia física y un carácter igualmente fuerte. Desde joven, su vida estuvo marcada por la dureza de su padre, a quien siempre respetó, aunque la relación nunca fue afectuosa. Tras la muerte de su padre, Emilio fue testigo de los cambios familiares y pasó a vivir con su madre y su nueva familia, lo que le permitió conocer a su medio hermano Fernando Fernández, quien también se destacaría en el cine y la música.
Su infancia fue difícil, marcada por el abuso de su padre y la pobreza. Sin embargo, estas dificultades no lo desalentaron, y a una edad temprana, Emilio se unió al Ejército Mexicano, participando en la Revolución. Aunque su versión de los hechos era dramática, afirmando haber luchado junto a Pancho Villa y haber escapado de la prisión cruzando el Río Bravo, la verdad era más modesta: Emilio fue expulsado de la Escuela Militar en 1920 por razones que aún no están claras.
En su juventud, Emilio se trasladó a Estados Unidos, donde enfrentó pobreza y discriminación. Para sobrevivir, trabajó en diversas ocupaciones, desde la agricultura hasta la pesca y el trabajo en los puertos. Sin embargo, su destino tomaría un giro cuando, cautivado por el cine y las estrellas de Hollywood, se mudó a Los Ángeles en la década de 1920. En Hollywood, Emilio trabajó como actor de reparto, dobles de acción y bailarín, destacándose por su habilidad en el tango, el danzón y el vals.
Hollywood y el Regreso a México: Su Carrera como Cineasta
En Hollywood, Emilio Fernández se hizo conocido como “El Indio Guapo” debido a su apariencia musculosa y su presencia imponente en pantalla. Durante los 9 años que vivió en California, participó en casi 40 películas, en su mayoría en papeles secundarios. Se rumoreaba que había posado como modelo para la famosa estatuilla del Óscar, creada por George Stanley, aunque nunca se ha comprobado si esto es cierto. Sin embargo, Emilio disfrutó de la vida en Hollywood, donde incluso se convirtió en un rostro conocido en la publicidad de productos, como un gel para el cabello llamado “Radio”.
A pesar de su éxito como actor, Emilio siempre soñó con ser director. A principios de la década de 1930, regresó a México decidido a emprender una carrera como cineasta. Su primer gran papel protagónico fue en la película Jan (1934), y en 1941 debutó como director con La isla de la pasión. Sin embargo, fue con películas como María Candelaria (1943), La perla (1945) y Flor silvestre (1943) cuando Emilio consolidó su estatus como uno de los cineastas más influyentes de su época. Su obra se caracterizó por su profundo amor y respeto por las tradiciones indígenas, un tema recurrente en muchas de sus películas.
En colaboración con grandes nombres del cine como el fotógrafo Gabriel Figueroa y el guionista Mauricio Magdaleno, Emilio Fernández dirigió 42 películas que dejaron una huella imborrable en la historia del cine mexicano. Durante este período, el cine mexicano vivió su época dorada, y las películas de Fernández fueron algunas de las más esperadas y exitosas del momento. A su lado, grandes estrellas como Dolores del Río, María Félix y Roberto Cañedo trabajaron en algunas de las producciones más emblemáticas.
Un Legado Inmortal
Emilio Fernández es considerado, junto a Luis Buñuel, como uno de los directores más importantes del cine hispanohablante del siglo XX. Con una filmografía que incluye títulos inolvidables como La malquerida, Río escondido y Salón México, su influencia en el cine no solo se limita a su país natal, sino que también dejó una marca profunda en la industria cinematográfica internacional.
A lo largo de su carrera, Emilio cultivó una imagen de hombre rudo, difícil y lleno de pasiones, pero también de un gran amor por México y por sus raíces indígenas. Su vida, llena de contrastes, escándalos y relatos míticos, sigue siendo objeto de fascinación, y su legado perdura en cada una de sus obras.
Hoy, más de 70 años después de su muerte, las preguntas sobre su vida y su cine siguen vigentes: ¿cuál es la película favorita de Emilio Fernández y por qué sigue resonando con el público? La respuesta probablemente reside en las emociones profundas y las historias universales que plasmó en la pantalla, recordándonos que, más allá de los mitos, El Indio Fernández fue un hombre cuya pasión por el cine y por su tierra no tuvo límites.