¡Niña de 8 Años ‘Ataca’ a su Hermano de 5 Meses en un Descuido de la Madre! La Escena Desgarradora que Alerta a los Padres.

El niño de 8 años “agrede” a su hermano de 5 meses cuando la madre salió de casa, una escena desgarradora que advierte a los adultos

Soy madre de dos hijos, el más pequeño acaba de cumplir 5 meses y la mayor está en segundo grado. Con un bebé pequeño en casa, todo se ha vuelto un caos. Desde temprano hasta tarde, siempre estoy ocupada con la lactancia, cambiar pañales y consolar al bebé cada vez que llora. Mi hija mayor, Linh, que siempre fue una niña activa y adorable, ahora suele quedarse a cargo de su hermanito. Pero desde que nació su hermano, parece que Linh ha estado sintiendo algo que yo, ocupada con el bebé, no he notado.

En los últimos días, me he enojado frecuentemente cuando Linh hacía que su hermano llorara. Una vez, cuando Linh trataba de calmarlo, pero debido a que aún no sabía cómo hacerlo, terminó haciéndolo más molesto y el bebé lloró más fuerte. Yo, ya agotada por el cansancio, no pude controlar mi frustración y le grité: “¡Solo tienes que cuidar a tu hermano y ni eso puedes hacer! ¡Es por ti que está llorando!” Mis palabras, sin darme cuenta, calaron profundamente en el alma de Linh, y ella comenzó a distanciarse. En ese momento, yo solo pensaba en lo cansada que estaba para poder explicarle o consolarla.

Luego, un día, ocurrió un suceso aterrador por el cual, hasta ahora, me siento llena de arrepentimiento. Ese día, tenía que salir a comprar algunos artículos para el bebé. Antes de irme, dejé a Linh al cuidado de su hermano y le pedí que lo vigilara. El arroz que había preparado para el bebé estaba casi hirviendo en la olla, y pensé que podría regresar antes de que estuviera listo. Pero me equivoqué.

Mientras cuidaba al bebé, probablemente acumulando tanta ira y dolor, Linh, con lágrimas en los ojos, le dijo al bebé: “Es por tu culpa que estoy sufriendo, que te queme.” En un momento de pérdida de control, la pequeña hizo algo que jamás imaginé, metiendo las manos de su hermano en la olla de arroz caliente, a pesar de que él lloraba desconsolado.

Afortunadamente, un vecino escuchó el llanto del bebé y corrió a ayudar. Gracias a ellos, mi hijo solo sufrió quemaduras leves y no hubo peligro para su vida. Cuando regresé a casa, revisé las cámaras de seguridad, y lo que vi me dejó en shock. Al ver a Linh, aterrada y temerosa, me di cuenta de que mi hija había estado soportando tantos sentimientos negativos, y yo, como madre, había sido la principal causa.

Esa noche, mientras estaba junto a Linh, intenté hablar con ella. Pero Linh solo permaneció en silencio, con la mirada llena de ansiedad y miedo. Fue entonces cuando entendí que, además de cuidar al bebé, también necesitaba sanar el dolor de Linh. Decidí llevarla a un especialista en psicología.

A través de la conversación con el especialista, comprendí mejor lo que Linh había estado experimentando. Ella sentía que la había abandonado, que ya no recibía el amor de madre como antes. De ser una niña que recibía toda la atención de mi parte, Linh pasó a tener que compartir ese amor con el bebé. Las reprimendas y la presión de “cuidar al bebé” solo aumentaron su sensación de inutilidad y de estar desplazada.

Me di cuenta de que, durante todo este tiempo, había olvidado mi papel con Linh. Me había concentrado completamente en el bebé, sin entender que Linh también necesitaba amor, atención y cuidado como antes. La envidia, el enojo y el sentimiento de abandono de Linh eran completamente naturales. No era culpa de ella, sino mía, como madre, por no ser lo suficientemente sensible para notar los cambios en su estado emocional.

Desde ese momento, comencé a cambiar. Pasé tiempo a solas con Linh, jugando con ella, escuchando sus historias y explicándole sobre el amor que tengo por ella. Le dije: “Te amo a ti y a tu hermano por igual. Él es pequeño y necesita más atención, pero eso no significa que lo ame más que a ti.” Estas palabras parecieron ayudar a Linh a comenzar a liberar las tensiones que llevaba dentro.

También comencé a dar espacio para que Linh se sintiera como una hermana mayor fuerte y confiable. Ya no le daba tareas pesadas, sino que la elogiaba cada vez que me ayudaba con cosas pequeñas, como traerme una toalla o cambiarle el pañal al bebé. El apoyo y los elogios hicieron que Linh se sintiera valiosa y reconocida.

Con el apoyo del psicólogo y los cambios en mi forma de ser madre, noté que Linh empezaba a ser nuevamente la niña alegre y cariñosa que era antes. El bebé también se volvió más cercano a su hermana, y supe que este cambio era el primer paso hacia la reconciliación de nuestra familia.

A partir de mi historia, quiero dar un consejo sincero a las madres que tienen dos hijos: no olviden a su hijo mayor mientras cuidan al más pequeño. Los niños, sin importar la edad, necesitan ser amados y atendidos. La llegada de un nuevo miembro en la familia no solo es un gran cambio para los padres, sino también un desafío para los hijos mayores, que deben aprender a compartir el amor.

Dedicar tiempo exclusivo para el hijo mayor: Crea momentos especiales solo para ti y tu hijo mayor, para que sienta que aún tiene un lugar único en tu corazón.

Escuchar y empatizar: Los hijos mayores pueden sentirse celosos o tristes al ver que la madre presta más atención al bebé. En lugar de regañar, escucha y comparte sus emociones.

Fomentar la conexión: Crea oportunidades para que el hijo mayor cuide al bebé de manera divertida y ligera, como cantarle canciones o jugar con él, en lugar de asignarle responsabilidades pesadas.

Elogiar y motivar: Cada elogio hará que el hijo mayor se sienta confiado y perciba que tiene un rol importante en la familia.

Tener un segundo hijo es un nuevo y desafiante viaje. Ama a ambos hijos de manera justa y sensible para que el amor familiar siga siendo la base sólida que permita a los niños desarrollarse de manera sana y feliz.

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