Abandonó su carrera como actriz siendo apenas una niña, ¿qué fue lo que la llevó a tomar esa drástica decisión?
Lucy Buj, una estrella precoz del cine mexicano, se destacó en los años 60 por su interpretación de “Rosa Isela” en la célebre película María Isabel, un personaje que la catapultó a la fama y que aún perdura en la memoria colectiva de los mexicanos. Con su carisma y su imagen de niña prodigio, Lucy se consolidó como una de las figuras más queridas del cine infantil en México.
Nacida en la Ciudad de México, Lucy tenía una herencia mixta, siendo hija de padre español y madre estadounidense. Desde muy pequeña estuvo vinculada al mundo del cine gracias a su tía, quien trabajaba como extra en varias películas. Fue este entorno lo que permitió que Lucy entrara al mundo del cine a una edad temprana, debutando en Gregorio y su ángel, una de sus primeras películas.
Aunque Lucy alcanzó rápidamente la fama, la actriz misma compartió en entrevistas que su enfoque inicial hacia el cine no era profesional. Para ella, rodar películas era un juego divertido, y no un trabajo serio. Fue su madre, quien la ayudó a memorizar los diálogos, quien le brindó el apoyo necesario para que lograra brillar en la pantalla grande.
El símbolo más distintivo de su éxito fue su look, con largas trenzas rubias que definían su imagen. Aunque, en realidad, estas largas trenzas se convirtieron en una fuente de incomodidad para ella, ya que, como confesó en entrevistas, le causaban fuertes dolores de cabeza. Su padre, preocupado por su bienestar, decidió cortar su cabello, lo que le trajo un alivio considerable.
Lucy participó en una serie de películas infantiles entre 1969 y 1970, incluyendo títulos como El libro de piedra, Primera comunión, y Las aventuras de Juliancito. Sin embargo, cuando tenía tan solo 11 años, sorprendió a todos al anunciar su retiro del cine. Su principal motivo fue el crecimiento acelerado, lo que la hizo sentirse incómoda interpretando papeles de niña. Además, mencionó que el cine mexicano de la época ya no se enfocaba en películas infantiles, sino en cintas que no le interesaban, como las de “ficheras”.
Después de abandonar el cine, Lucy se apartó del espectáculo y dedicó su vida a su familia. Se casó y tuvo una hija, y en los últimos años se ha sabido que dirige una cafetería en León, Guanajuato, donde también imparte clases de inglés. A pesar de haberse alejado de los reflectores, Lucy sigue siendo una figura entrañable para muchos de sus seguidores, quienes la recuerdan con cariño.
Su historia demuestra cómo la fama y el éxito en la infancia pueden ser efímeros, pero también nos enseña que encontrar paz y satisfacción personal en la vida adulta es lo que realmente importa.