El día en que Raúl Velasco se arrastró para implorarle a Camilo Sesto y Juan Gabriel

Raúl Velasco, el legendario conductor de *Siempre en Domingo*, fue un personaje que marcó época en la televisión mexicana. Durante casi 30 años, su programa fue la plataforma más importante para los artistas de habla hispana, pero también se convirtió en un espacio donde no todos los sueños se hicieron realidad. Al contrario, muchos vivieron momentos incómodos, tensos e incluso humillantes a manos del conductor.

En su programa, Velasco no tenía filtro. Su poder era absoluto y su carácter indomable, lo que le permitió mantener un control férreo sobre los artistas y el programa, pero también le granjeó una larga lista de enemistades y momentos incómodos. Su trato directo, y en muchas ocasiones cruel, hacía temblar a los artistas más consagrados, y los que no se adaptaban a su estilo caían rápidamente en desgracia.

Por ejemplo, el incidente con Enrique Iglesias en 1996 es uno de los más sonados. El conductor, molesto por la actitud del manager de Iglesias, no dudó en abofetearlo en pleno festival de Acapulco, desatando un escándalo en el que Raúl mostró su autoritarismo al extremo. Sin embargo, no solo los hombres fueron objeto de su implacable juicio. Alaska, Yuri, Isabel Ascurain y otras artistas femeninas también fueron víctimas de sus comentarios despectivos sobre su físico, su vestimenta y su talento, lo que en algunos casos llevó a lágrimas y momentos de humillación en vivo.

Pero, como ocurre con muchas figuras poderosas, la vida tiene una manera curiosa de enseñar lecciones. Uno de los momentos más sorprendentes de la carrera de Raúl Velasco fue cuando se vio obligado a bajar de su pedestal para implorarle a Juan Gabriel que lo acompañara en su último festival en Acapulco en 1997. A lo largo de los años, Velasco había sido muy crítico de Juan Gabriel, llamándolo afeminado y cuestionando su estilo. Sin embargo, en esa ocasión, el poder de Juan Gabriel era tal que Velasco no pudo hacer otra cosa más que pedirle con humildad que participara en el evento.

Este momento de humildad de Velasco fue realmente impactante, pues mostró una cara diferente del conductor, quien siempre había sido conocido por su implacable control sobre el programa. Sin embargo, esta vez, entendió que su carrera y la del programa dependían de la buena voluntad de las estrellas, y fue así como se vio obligado a rogarle a Juan Gabriel para que cantara en su último festival. A pesar de las tensiones pasadas, la actitud sincera de Velasco hizo que el cantante accediera, demostrando que, incluso los más grandes, necesitan humildad en algún momento de su vida.

Otro episodio relevante fue el de Luis Miguel, quien, desde su niñez, había sido parte fundamental del programa *Siempre en Domingo*. Sin embargo, la relación entre el “Sol de México” y Velasco se fracturó cuando, tras la muerte de su padre y su manager, Luisito Rey, los medios comenzaron a especular sobre su relación con el alcohol. Raúl, al enterarse de estos rumores, no dudó en señalar públicamente a Luis Miguel, lo que llevó a una ruptura entre ellos. Luis Miguel dejó de hablarle a Velasco, quien, al final de su carrera, se lamentaba por la pérdida de esa amistad.

A pesar de los momentos de tensión y los desplantes, hubo artistas que lograron mostrarle a Velasco que no todo en la vida es fama y poder. Ricardo Montaner, por ejemplo, quien fue duramente criticado por Velasco por su actitud en el programa, y Joan Sebastián, que le dio una lección de respeto y dignidad, lograron cambiar la perspectiva del conductor, y a lo largo de los años, Velasco se convirtió en un amigo cercano de muchos de ellos.

Sin embargo, el episodio más revelador fue el de Raúl Velasco pidiendo disculpas y reconociendo sus errores. Al final de su carrera, comprendió que, aunque su programa había sido un éxito rotundo, había fallado en algo muy importante: el respeto hacia los artistas como seres humanos. En una entrevista, Velasco mencionó cómo se sentía arrepentido de haber juzgado tan duramente a tantos artistas a lo largo de los años y, aunque no todos aceptaron sus disculpas, muchos comenzaron a ver al conductor de otra manera.

El legado de *Siempre en Domingo* y de Raúl Velasco es incierto. Por un lado, fue el trampolín para muchos artistas, pero por otro, también dejó una huella de dolor y frustración en aquellos que no se ajustaron a su visión del mundo del espectáculo. La historia de cómo Juan Gabriel le enseñó la lección de su vida a Raúl Velasco es solo una de las muchas lecciones que el conductor de la televisión mexicana tuvo que aprender a lo largo de los años.