Ramón Ayala está Ahora casi 80 Años y Cómo Vive es Triste
Ramón Ayala, el legendario “Rey del Acordeón”, ha vivido el sueño americano que lo llevó desde Monterrey, Nuevo León, a los Estados Unidos, donde forjó una carrera musical de casi 50 años. Nacido el 8 de diciembre de 1945 como Ramón Cobarrubias Garza, transformó las baladas norteñas con su acordeón, su sombrero vaquero y su bigote distintivo. Sin embargo, a sus casi 80 años, su vida actual refleja una tristeza que contrasta con su gloria pasada.

Criado como el cuarto de nueve hermanos en una familia humilde, Ayala enfrentó pobreza y dejó la escuela para trabajar en los campos de algodón. A los 6 años, su padre le regaló un acordeón, y a los 7 ya tocaba en cantinas por unos pesos. En 1960, la separación familiar lo llevó a McAllen, Texas, mientras su madre quedó en Reynosa. Como limpiabotas, descubrió el bar Cadillac, un refugio de músicos donde conoció a Cornelio Reina y Juan Peña del dúo Carte Blanch. Su interpretación de “Rosa Ana” impresionó a todos, abriendo su camino musical pese a los obstáculos iniciales con el sindicato de Reynosa.
Con Reina formó Los Relámpagos del Norte, viviendo en condiciones precarias pero logrando éxito con su álbum “Ya No Llores” en 1964, gracias a Paulino Bernal y Vago Records. Tras la separación en 1971, fundó Los Bravos del Norte, alcanzando hits como “Chaparra de mi Amor” y discos de oro. Sin embargo, su vida no estuvo exenta de controversias: en 2009 fue detenido en Morelos por un evento ligado al crimen organizado, aunque fue liberado sin cargos.
Hoy, a sus 79 años, la vida de Ayala es melancólica. Tras la muerte de su hermano José Luis en 2020 por COVID-19 y años de giras que lo alejaron de su esposa Rosa y sus hijos, Ramón Jr. y Yesenia, vive en relativa soledad en Hidalgo, Texas. Aunque organiza posadas anuales para niños necesitados, su rutina está marcada por el aislamiento y la fe, con un espacio de oración en su propiedad. “Siento al Espíritu Santo bajar”, dice, buscando consuelo en la religión.
Su gira “El Comienzo de un Fin” no señala un retiro, sino un nuevo capítulo, con planes de un álbum de duetos que mezcla acordeón con reggaetón. Pero detrás de su legado de más de 100 álbumes y giras internacionales, hay un hombre que paga el precio de la fama: la pérdida de vínculos personales y una vejez silenciosa. El sueño americano le dio éxito, pero también una tristeza que sus acordes no pueden ocultar. ¿Cómo vive ahora el rey? Con nostalgia, fe y un acordeón que aún suena, pero en un eco más solitario.