Wallis Simpson: Así fue el final de la mujer que hizo abdicar al rey de Inglaterra, Eduardo VIII
Wallis Simpson, nacida como Bessie Wallis Warfield, vino al mundo el 19 de junio de 1896 en la tranquila localidad de Blue Ridge Summit, Pennsylvania, Estados Unidos. Su nacimiento ocurrió en una época de grandes transformaciones y desafíos en Estados Unidos, marcada por el auge de la industrialización y las tensiones sociales derivadas de ella. La familia Warfield pertenecía a la alta sociedad de Baltimore, con un linaje respetado y bien establecido.
Sin embargo, las circunstancias personales de Wallis fueron complicadas desde el inicio. Su padre, Tikel Wallis Warfield, había contraído tuberculosis y su salud estaba en franco deterioro. Apenas unos meses después de su nacimiento, su padre falleció, dejando a su madre, Alice Mante Guu, en una situación económica precaria. Alice se vio obligada a mudarse con Wallis a la casa de su hermana, donde vivieron bajo la caridad de sus parientes. Esta experiencia de dependencia y de vivir a la sombra de la generosidad de otros marcó profundamente a Wallis, moldeando su carácter independiente y resiliente.
La infancia de Wallis, aunque rodeada de ciertos privilegios, estuvo teñida por la ausencia de un padre y las constantes luchas de su madre por mantener su lugar en la sociedad. Alice hizo todo lo posible para asegurar que Wallis recibiera una buena educación y mantuviera las apariencias sociales, inscribiéndola en influencias cultas y refinadas. Este contexto de aparente bienestar, pero con una realidad subyacente de inseguridad y lucha, fue fundamental en la formación de Wallis, quien desde joven aprendió a navegar en los complejos mares de la alta sociedad con astucia y determinación.
Primer Matrimonio
El primer matrimonio de Wallis Simpson ocurrió en un contexto de juventud y búsqueda de estabilidad. En 1916, a la edad de 20 años, Wallis conoció a Winfield Spencer, un joven piloto de la Marina de los Estados Unidos. La pareja se casó rápidamente y para Wallis este matrimonio representaba una oportunidad de ascender socialmente y obtener una vida más estable. Sin embargo, la realidad de su matrimonio pronto se hizo evidente: Winfield Spencer, aunque encantador, tenía un serio problema de alcoholismo. Su carrera en la Marina lo llevaba a ausentarse con frecuencia, dejándola sola y en un entorno desconocido. Las constantes mudanzas debido a las asignaciones militares de Spencer hicieron que Wallis viviera en diferentes ciudades. Esta inestabilidad afectó su matrimonio, y Wallis describió estos años como solitarios, marcados por la preocupación constante por el estado de Spencer y su adicción al alcohol, que se traducía en episodios de comportamiento errático y, en ocasiones, abusivo. En 1927, después de más de una década de matrimonio tumultuoso, Wallis decidió divorciarse de Spencer.
Segundo Matrimonio y Encuentro con Eduardo VIII
En 1928, Wallis se casó con Ernest Aldrich Simpson, un ejecutivo naviero británico. Este matrimonio la llevó a los círculos más altos de la sociedad británica. Wallis y Ernest se mudaron a Londres, donde rápidamente se convirtieron en una pareja notable dentro de la alta sociedad. Fue en este entorno que Wallis conoció al príncipe Eduardo de Gales en 1931, en una fiesta organizada por Lady Fernis. Desde el primer momento, el príncipe quedó impresionado por Wallis, no solo por su estilo y elegancia, sino por su franqueza y su capacidad para mantener una conversación interesante y animada.
Lo que comenzó como una amistad entre Wallis y Eduardo pronto se transformó en un romance apasionado y polémico. La relación se desarrolló en secreto, ya que Wallis seguía casada con Ernest. A medida que la relación entre Wallis y Eduardo se intensificaba, su matrimonio con Ernest comenzó a desmoronarse, y los rumores sobre su romance afectaron su reputación, además de poner una enorme presión sobre su matrimonio. En 1936, cuando el rey Jorge V murió y Eduardo ascendió al trono como Eduardo VIII, la relación con Wallis se convirtió en el centro de atención pública. La iglesia de Inglaterra no permitía que el monarca se casara con una mujer divorciada cuyo excónyuge aún viviera, y la sociedad británica consideraba inapropiado el matrimonio entre Eduardo y Wallis.
La Abdicación de Eduardo VIII
La situación alcanzó su punto máximo cuando el gobierno británico le presentó un ultimátum a Eduardo VIII: renunciar a Wallis o abdicar. En una muestra de devoción inquebrantable, Eduardo eligió el amor sobre el deber. El 11 de diciembre de 1936, en un discurso transmitido por radio, Eduardo anunció su decisión de abdicar, diciendo: “He encontrado imposible llevar la pesada carga de la responsabilidad y cumplir con mis deberes como rey como me gustaría hacerlo sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo”. Esta abdicación fue histórica y conmocionó a la nación, convirtiéndose en el primer monarca británico en abdicar voluntariamente.
Tras su abdicación, su hermano menor, Jorge VI, asumió el trono. Para preservar la dignidad de Eduardo, le otorgaron el título de Duque de Windsor, aunque Wallis no recibió el mismo tratamiento y solo se convirtió en la Duquesa de Windsor, lo que causó gran resentimiento en ambos.
La Boda y los Años en Exilio
La boda de Eduardo y Wallis tuvo lugar el 3 de junio de 1937 en el Castillo de Candé en Francia. La ceremonia fue sencilla pero elegante, y la ausencia de la familia real en el evento reflejó el rechazo hacia su unión. Tras la boda, los Duques de Windsor vivieron en Francia y, más tarde, en los Estados Unidos. Durante la Segunda Guerra Mundial, Wallis fue objeto de controversias por sus presuntos vínculos con el régimen nazi, y se la acusó de simpatizar con los nazis debido a un encuentro con Adolf Hitler en 1937 y otros incidentes posteriores. La pareja pasó años exiliada en las Bahamas, donde Eduardo fue designado gobernador.
A pesar de las críticas y rumores en torno a su vida, los Duques de Windsor vivieron juntos durante muchos años. Eduardo, tras una cirugía ocular en 1965, visitó Londres, donde se reunieron con la Reina Isabel II y otros miembros de la familia real.
Wallis Simpson, la mujer que hizo abdicar a un rey, continuó viviendo en París hasta su muerte, disfrutando de una vida cómoda y lujosa. A pesar de las controversias, su relación con Eduardo VIII fue un testimonio de amor, sacrificio y desafío a las normas establecidas de la época.