Eric del Castillo no es solo un nombre en la historia del cine y la televisión mexicana; es una auténtica leyenda cuya vida ha estado marcada por rotundos éxitos y profundas adversidades.

Con más de nueve décadas de vida, Eric ha construido un legado que trasciende la pantalla, enfrentándose a momentos difíciles que pondrían a prueba a cualquiera. Este artículo te llevará a explorar su lado más oculto, desde su profundo amor por sus amadas hasta las batallas personales y profesionales que moldearon al hombre detrás del famoso actor. Acompáñanos en este viaje para descubrir la increíble vida de un ícono que jamás se rindió, sin importar cuán difíciles fueran los retos.

Nacido el 22 de julio de 1930 en Celaya, Guanajuato, Eric del Castillo fue el hijo mayor de Aurora Galván y Eduardo del Castillo Negrete. La vida no le concedió facilidades desde el principio. Su padre, un académico español, murió en un trágico incendio cuando Eric era solo un niño. Esta pérdida lo marcó profundamente y lo dejó bajo el cuidado de su madre, una maestra rural que, con gran esfuerzo, crió a Eric y a sus dos hermanos, Federico y Leopoldo. Esta tragedia temprana sembró en Eric un profundo sentido de responsabilidad, pero también una rebeldía que lo llevaría a desafiar su destino en cada paso.

La adolescencia de Eric fue tan turbulenta como su infancia. A los 11 años, con la misma determinación que lo caracterizaría en su carrera, decidió escapar de casa e ir en busca de un tío que vivía en California, Estados Unidos. Sin mucho más que sus ganas de huir, Eric se subió a un tren que lo llevaría a su destino soñado. Sin embargo, la realidad era mucho más cruel de lo que imaginaba. Fue detenido y pasó varias semanas en una cárcel municipal, rodeado de prisioneros adultos, un niño solo entre criminales. Imagina ese momento. Aunque intentó fugarse, el destino lo detuvo nuevamente cuando cayó en el patio de una escuela. Esa rebeldía continuó durante su juventud. A pesar de recibir una educación de élite gracias a una beca del gobierno, Eric nunca encajó del todo en el molde que se le imponía.

Su madre, con la esperanza de enderezar su camino, lo inscribió en un seminario, pensando que el sacerdocio era su futuro. Pero la rigidez del seminario no era para él. Eric, con su alma rebelde y apasionada, decidió dejar atrás las sotanas y seguir el llamado de su verdadero destino: la actuación. Un día, mientras paseaba por un parque, vio una Academia de actuación; algo dentro de él se encendió. Las fotos de grandes estrellas del cine mexicano adornaban las paredes de ese lugar y Eric, sin saberlo, estaba a punto de cambiar su vida para siempre. Decidió entrar y, en 1954, se inscribió en el Instituto Cinematográfico Teatral y Radio Nacional de Actores, bajo la dirección del Gran Andrés Soler, uno de los actores más respetados de la época.

Durante su formación, Eric no solo demostró ser un estudiante brillante, sino también un actor nato desde el principio. Su talento sobresalió, y antes de terminar sus estudios, ya estaba trabajando profesionalmente. Su primer gran éxito en el teatro fue con la obra “Gigoló”, que se mantuvo en cartelera durante tres años. Sin embargo, su verdadero debut en el cine llegó en 1959 con la película “La marca del halcón”. Esta cinta de aventuras lo consolidó como una de las nuevas promesas del cine mexicano. La década de los 60 fue crucial para Eric; con su presencia imponente, su voz profunda y su carisma natural, se convirtió rápidamente en uno de los galanes más cotizados de la televisión mexicana.

No obstante, no todo era fácil. En 1961 apareció un nuevo competidor que pondría a prueba su confianza: Guillermo Murray, un actor argentino que, con su elegancia y atractivo físico, capturó la atención de la industria y del público. Eric confesó años después que al ver a Murray por primera vez sintió que su propio estatus como galán estaba en riesgo. “Dios mío, nadie puede competir con este hombre”, llegó a pensar. Pero, en lugar de dejarse derrotar por sus inseguridades, Eric transformó esa rivalidad en una oportunidad para mejorar. Lo que comenzó como una fuente de ansiedad se convirtió en una motivación para reafirmar su talento. Aunque Murray era considerado uno de los hombres más guapos de su tiempo, Eric sabía que la verdadera competencia estaba en la dedicación al oficio, no en la apariencia.

Sin embargo, uno de los episodios más conmovedores de su vida ocurrió fuera de los reflectores. En una entrevista años después, Eric confesó que estuvo profundamente enamorado de sus dos amantes, una de las actrices más reconocidas de la época. Aunque nunca llegaron a formalizar una relación, Eric admitió que ese amor lo marcó para siempre. El destino los mantuvo separados, pero siempre guardó un profundo respeto y cariño hacia ella, describiendo su amor como uno de los más importantes de su vida. Esta revelación sorprendió a muchos, pues el público desconocía la magnitud de sus sentimientos hacia Susana.

Mientras su carrera florecía, su vida personal también vivía momentos intensos. En 1966, Eric conoció a la actriz Kate Trillo, con quien se casaría y tendría dos hijas, Verónica y Kate del Castillo. A pesar de su amor por sus amadas, encontró estabilidad y felicidad en su matrimonio con Kate. Eric y Kate construyeron una familia sólida, y sus hijas también siguieron sus pasos artísticos. A pesar de su éxito, Eric siempre priorizó a su familia; su matrimonio con Kate fue uno de los más duraderos del mundo del espectáculo, y sus hijas también se han destacado en sus respectivas carreras.

Sin embargo, el destino volvió a golpear a Eric en 2012, cuando recibió el diagnóstico de cáncer de próstata. Este fue un golpe devastador para él y su familia, pero en lugar de rendirse, Eric enfrentó la enfermedad con la misma valentía con la que enfrentó cada desafío en su vida. Meses de quimioterapia y tratamientos agotadores no lograron doblegar su espíritu. En 2013, con gran orgullo, anunció que había vencido al cáncer. Sin embargo, los desafíos para Eric no terminaron allí. Los rumores sobre su salud mental comenzaron a circular, especulando sobre una posible demencia senil. Su hija Verónica fue rápida en desmentir esos rumores, asegurando que su padre seguía activo en la industria del entretenimiento.

A pesar de sus más de 90 años, Eric no ha dejado de actuar ni de demostrar su amor por la pantalla. Hoy en día, sigue siendo una leyenda viva del cine y la televisión mexicana. Ha interpretado más de 100 personajes a lo largo de su vida, cada uno dejando una huella en la historia del entretenimiento en México. Pero más allá de sus logros en la pantalla, Eric es un hombre que ha sabido levantarse después de cada caída, demostrando que la verdadera fortaleza no está en nunca caer, sino en levantarse una y otra vez.

La historia de Eric del Castillo nos recuerda que, sin importar cuán difíciles sean los desafíos, siempre hay una manera de superarlos. Su vida es un testimonio de lucha, perseverancia y amor por su familia y su trabajo. Aunque su carrera está llena de éxitos, lo que realmente lo convierte en una leyenda es su capacidad para resistir los momentos más oscuros.

Ahora, queremos saber tu opinión. ¿Qué te ha parecido la increíble trayectoria de Eric del Castillo? ¿Conocías estos detalles de su vida personal? Déjanos tus comentarios y no olvides suscribirte para más contenido exclusivo sobre las leyendas del cine y la televisión mexicana. Hasta la próxima.