“Cada centímetro del cuerpo me dolía”.
El estilo teatral de wrestling original de México, conocido como “lucha libre” en conversaciones angloparlantes, es el punto de partida del nuevo biopic de Prime Video: ‘Cassandro’. En el centro del ring, Gael García Bernal, bajo la dirección de Roger Ross Williams, ganador del Oscar que se estrena en la ficción con este título sobre la vida del luchador profesional Saúl Armendáriz, conocido por su nombre artístico, Cassandro.
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Segundo asalto
La historia comienza en El Paso, Texas. Al sur de Estados Unidos, un joven vive con su madre, al tiempo que cruza regularmente la frontera con México para competir como luchador “exótico” en combates. Este término, que se refiere a los deportistas con vestimenta y actitud queer, definirá la trayectoria, tanto personal como profesional, del protagonista. Un vívido retrato de la identidad celebrada como una victoria contra los tabúes y prejuicios homófobos de los años 80. Junto a García Bernal, completan el reparto actores como Roberta Colindrez, Raúl Castillo o Bad Bunny. Después de su incursión en el cine con ‘Bullet Train’ (Leitch, 2022) junto a Brad Pitt, el músico latino vuelve a lo grande, causando furor en redes. ¿El motivo? El beso entre Bad Bunny y Gael García Bernal.
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El director, que ya había filmado un cortometraje sobre Cassandro en 2016, enfoca las escenas de lucha más sangrientas con elegancia, completando con ellas una sensibilidad que nace de la relación entre madre e hijo en la ficción. La película no es ‘Toro Salvaje’ (Scorsese, 1980) o ‘Rocky’ (Avildsen, 1976), pero tampoco intenta serlo. Eso sí, homenajea al deporte con (casi) tanta constancia como la que infundía el señor Miyagi. Un esfuerzo que se demuestra con la preparación del actor principal. Recientemente, García Bernal ha revelado el duro entrenamiento, físico y psicológico, al que tuvo que enfrentarse.
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12 horas luchando
En una entrevista con Collider, el protagonista de ‘Amores perros’ (Iñárritu, 2000) o ‘Diarios de motocicleta‘ (Salles, 2004) reveló que “ya sabía que iba a ser difícil, pero luego, cuando comencé a entrenar correctamente, cada centímetro del cuerpo me dolía y sentía mucho dolor“. La historia de la lucha y las victorias de Cassandro puso a prueba al actor, que “no tenía la lucha libre en mi lista de deseos”, cuenta. “No era algo que quisiera hacer. Pero soy un actor mexicano y algún día tenía que hacer una película de lucha libre”.
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Según el director, García Bernal era el único capaz de hacerlo. “La lucha libre es un deporte increíblemente duro”, continúa el actor. “Pero hasta que empiezas a practicarlo no te das cuenta de lo duro que es, también mentalmente. Ni siquiera puedo ponerle adjetivos. También es un deporte performativo, por lo que debes encarnar al personaje y jugar con el público”. En la piel de un luchador exótico, la energía es doble. “Fue increíblemente agotador“, cuenta. “Todo el período de rodaje, unas 12 horas al día luchando. Incluso para los luchadores [profesionales] fue difícil“. Entre el elenco también se encuentra El Hijo del Santo, un conocido luchador enmascarado que hace de sí mismo y que, como cuenta Bernal, le enseñó un par de cosas del oficio.
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Más dura será la caída
“Tienes que luchar contra un cansancio increíble”. Con esta frase, García Bernal continúa con la crónica de sus desgracias. “Era un dolor que ni siquiera podía describir, era interno“. Entre puños y saltos, lo más importante y difícil fue una técnica en concreto. “De las muchas cosas que solíamos hacer, una era aprender a caer. La mitad del entrenamiento es eso, por lo que tienes que caer muchas veces correctamente para no hacerte daño. Pero, por supuesto, las primeras veces que lo haces, te duele todo el tiempo. Y tienes que hacer un gran sonido, además de caer. Fue como volver a la infancia”.
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De no ser por El Hijo del Santo, el pequeño saltamontes no hubiera aprendido la clave de este deporte. Aparentemente, no basta con tener fuerza, sino que hay que saber dónde encontrar al enemigo. De entre las técnicas que el luchador le enseñó a Bernal, este cuenta que los movimientos “eran como acupuntura china. Pequeños detalles y toques concretos, que son lo que realmente duele”.